Chelsey Bonestell, el artista que ayudo a crear la carrera espacial desde un estudio de cine en Hollywood
El arte especulativo es mucho más importante de lo que muchos creen y la ciencia lo sabe a la perfección. Muchos de los paisajes que hasta ahora se muestran sobe superficies de planetas y satélites lejanos son logrados gracias a la imaginación de artistas quienes ayudan a los científicos a darse una idea de lo que a los humanos nos espera una vez superando la atmósfera terrestre. Ahora, si muchos catalogan al ilustrador francés Lucian Rudaux como el abuelo del arte espacial, Chelsey Bonestell debería ser el padre de ésta.
Incluso cuando nació 15 años antes del primer vuelo de los hermanos Wright, puede decires que sus pinturas no sólo anticiparon la exploración espacial del siglo XX, sino que ayudaron a materializarla. El realismo de sus creaciones fue tal que visitar esos lugares no parecía una cuestión fantasiosa. Por el contrario hasta parecían postales enviadas por algún astronauta.
Uno de los primeros trabajos de este arquitecto nacido en 1888 fue con el legendario Willis Polk en la reconstrucción de San Francisco, después del gran terremoto ocurrido en 1906. Sin embargo su primer acercamiento al espacio fue en 1938, cuando cuando inició su carrera como pintor de efectos especiales, debutando con Orson Welles en la cinta “Ciuadano Kane”, a raíz de lo cual comenzó a ganarse una reputación como el mejor en su área.
Parte de su trabajo puede apreciarse en cintas como “Con destino a la Luna”, “La guerra de los mundos” y “Cuando los mundos chocan”. Fue después de estos encargos cuando tuvo la idea de emplear sus conocimientos para crear arte astronómico con un nivel de realismo nunca antes visto, aprovechando sus conocimientos sobre perspectiva utilizados en los ángulos de cámara del cine, para crear – por ejemplo– una panorámica de Saturno, tal y como sería observada desde uno de sus satélites naturales.
Las creaciones de Bonestell inspirarían a una generación entera de científicos y entusiastas espaciales para que eligieran sus campos de estudio, como el escritor Arthur C. Clarke e incluso el mismo Carl Sagan, quien llegó a calificar las pinturas del artista norteamericano como un impulso para muchas carreras.
Bonestell colaboró a lo largo de su carrera con Willy Ley un historiador y divulgador científico alemán que antes de ser expatriado fue miembro de la sociedad Alemana de Vuelos Espaciales (Verein fur Raumschiffahrt). Con el consejo de Ley, el estadounidense comenzó a añadir naves espaciales a sus pinturas, creando incluso viajes a la Luna.
Sus creaciones comenzaron a aparecer regularmente en publicaciones especializadas de la época e incluso algunas de ciencia ficción, además de algunos libros y películas nuevamente. En suma a lo anterior, Bonestell también pintó un mural para el Museo de Ciancia de Boston que fue removido luego de la llegada del Apolo 11 a la Luna y ahora forma parte de la colección del Museo Nacional del Aire y el Espacio.
La influencia de Bonestelle es reconocida hasta hoy en día y a lo largo de los años son muchos especialistas y personalidades de todos los ámbitos quienes ven en su obra una fuente de inspiración que ayudó a muchos no sólo a imaginar el espació, sino a considerarlo como una realidad palpable que cada vez está más cerca de materializarse.