Las flores de la guerra: la película china más cara
Por Guillermo Manley.
El pasado fin de semana se estrenó en España la última obra de Zhang Yimou, una película que ha contado con el presupuesto más alto de la historia de la cinematografía china (94 millones de $), pero que no aporta nada nuevo.
Se trata de una adaptación de la novela “Las 13 mujeres de Nanking” de Yang Geling. Ambientada en 1937 durante la segunda guerra chino-japonesa, la película narra la tragedia vivida en Nanking durante la invasión japonesa desde el punto de vista de unas estudiantes, unas prostitutas y un maquillador de cadáveres norteamericano. Se trata de un drama bélico.
Cuando una película recuerda a otra película el espectador tiende a menospreciarla porque, como se suele decir, las comparaciones son odiosas. Este es uno de los problemas que se encuentran en Las flores de la guerra, ya que la película parece una versión descafeinada de Ciudad de vida y muerte.
La película comienza de forma trepidante con escenas bélicas que recuerdan a Salvar al soldado Ryan, pero que evidentemente no producen el mismo shock que podía producirse a finales del s.XX. Se nos presenta al malvado y ventajista ejército invasor que masacra al valiente y honorable ejército chino. La realidad que no cuenta la película es que durante las guerras las atrocidades se comenten por ambos bandos.
La evolución del personaje de John, el trabajador funerario interpretado por Christian Bale, recuerda en cierta manera a la evolución de John Rambo durante todas las secuelas de Acorralado. Al principio se hace el remolón, pero luego escucha la voz de su conciencia para convertirse en el salvador.
Por otra parte los personajes de las alumnas y las prostitutas evolucionan paralelamente para finalmente converger dejando de lado sus prejuicios y egoísmos, dando a los espectadores una lección de bascosa moralidad.
En definitiva, se trata de una película correcta, técnicamente hablando. La firma de Yimou queda patente en la estética y la composición de los planos. Sus inicios fueron como director de fotografía y sus obras se caracterizan por el cuidado de la imagen. Pero su última obra adolece de identidad en cuanto a que no parece una película china. Además el excesivo metraje no beneficia a la película en nada.
GUILLERMO MANLEY