El futuro del agua subterránea ante el avance del cambio climático global
La demanda siempre creciente de alimentos en nuestro mundo actual para abastecer a su población, y las prolongadas sequías en muchas regiones del mundo, están aumentando a su vez el grado de dependencia que la agricultura tiene hacia el agua procedente del subsuelo. La reducción, por culpa del cambio climático global, del agua potable disponible en la superficie, como por ejemplo la de los ríos cuyo caudal proviene de la fusión estacional de glaciares de montaña, exacerbará sin lugar a dudas esa situación de dependencia y el grado de precariedad de tal suministro.
La mala administración de los recursos hídricos y la deficiente supervisión del consumo de agua proveniente del manto freático, circunstancias que por desgracia son habituales en muchos países, contribuyen también a un declive que puede culminar en el agotamiento de las reservas de agua del manto freático, o a su contaminación más allá de los límites admisibles. En cualquiera de esos dos casos, las consecuencias pondrán en riesgo una buena parte del suministro de alimentos agrícolas en diversas partes del mundo.
Así de inquietantes son las conclusiones a las que ha llegado en un estudio el equipo internacional de Diana Allen, científica de la Universidad Simon Fraser en Canadá.
En esta investigación reciente sobre los impactos del cambio climático en las aguas subterráneas del mundo, Allen y sus colegas han encontrado más datos sobre cómo varios factores dependientes de actividades humanas, si no se aplica una solución que lo remedie, se añadirán a otros efectos del cambio climático que tienden a reducir significativamente la disponibilidad de recursos hídricos del manto freático aprovechables por la agricultura a escala mundial.
El equipo de investigación hace énfasis en que la falta de registros adecuados sobre la evolución de las reservas hídricas del manto freático, así como las deficiencias de los modelos matemáticos que se emplean para predecir el cambio climático y la elevación asociada de los niveles del mar, hacen imposible prever cuál será, globalmente hablando, el destino a largo plazo de los recursos hídricos subterráneos.
Lo que sí está claro es que extraer el agua subterránea mediante pozos, ya sea manualmente o mediante el uso de bombas diseñadas al efecto, reduce la cantidad de agua almacenada en el subsuelo profundo, y la conduce hacia el sistema hidrológico imperante en la superficie, que es mucho más activo que el del subsuelo. En la superficie terrestre, el agua se evapora hacia la atmósfera, forma las nubes y acaba cayendo en forma de precipitaciones de todo tipo, la mayor parte de las cuales ocurre sobre el mar.
Las estimaciones más recientes vaticinan que, por culpa del calentamiento global, el aumento del nivel del mar para fines de este siglo será de aproximadamente un metro, con respecto al nivel actual. Pero en esa estimación no se tiene en cuenta el incremento de medio centímetro más por año (o medio metro por siglo) que según este estudio será el aporte hecho por el trasvase de agua desde el manto freático hacia el mar, por el mecanismo descrito de extracción artificial, evaporación y precipitación sobre el mar.
El incremento, también inducido por el cambio climático, de las inundaciones en el litoral por una mayor incidencia del oleaje marítimo durante las tormentas, amenazará aún más la calidad de las aguas del manto freático y pondrán en jaque su utilidad.
Éste es el segundo estudio que Allen y sus colegas han realizado para ayudar al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) a evaluar el impacto del cambio climático global sobre la disponibilidad de recursos hídricos del manto freático en el mundo.