El Día del Silencio…
Por Arianne Martín
Hay un lugar en el Planeta que se detiene completamente durante 24hrs, el único lugar conocido en el mundo donde todos los habitantes cesan todas sus actividades. En Bali esta es la peculiar forma que los balineses tienen de recibir el año nuevo balinés. En el 2013 el calendario lo marca para la noche del 11 al 12 de marzo.
Desde hace más de un mes todas las villas en Bali se preparan la ocasión. Pequeños y grandes construyen monstruos gigantescos de papel maché y bambú, algo parecido a nuestros “ninots”… Simbolizan a los malos espíritus, así que cuanto más terrorífico su aspecto mejor. La mañana del 11 de marzo todas las villas harán despliegue de sus enormes monstruos, para el deleite de vecinos, transeúntes y visitantes… y al atardecer es hora de sacarlos a bailar. Son los Ogoh-ogoh. Al estilo de una procesión de semana santa, los grupos de cada villa se visten de gala y pasean a sus monstruos por todas las calles, haciéndolos bailar y moverse al ritmo de la música del gamelan. El objetivo es hacer el mayor ruido posible, hay que atraer a todos los demonios. Esta noche se celebra que se acerca el final del año y también el final del mal,… simbolizado con la quema de los monstruos al final de la noche, al más puro estilo fallero. Todo esto ocurre la víspera de fin de año…
Mientras los “españolitos decimos adiós al año entre gritos y pitos”, los balineses celebran el suyo de una manera inédita en el Planeta entero: en el más riguroso silencio, para que los demonios que ayer se acercaron atraídos por el ruido, hoy se piensen que nadie habita la Isla… y se vayan. ¡Qué mejor manera que empezar el año que sin el mal!
El día 12 de marzo es el señalado este año: nadie puede salir de su casa, de su hotel, los coches y motos no circulan, la Televisión pública no emite, no hay prensa, los accesos a la isla, marítimos y aéreos, están cerrados, y en las casas no se pueden encender las luces, ni hacer fuego, ni hablar, ni trabajar, ni entretenerse… y en muchas familias algunos siguen la tradición del ayuno y meditación, además del silencio. En las calles sólo los Pecalang, los “seguratas” encargados de vigilar que todo el mundo siga las normas…
Afuera el silencio es intimidante, hasta los animales e insectos parecen entender que se trata de no atraer a los demonios, ¡a riesgo de tenerlos atrapados el resto del año en su casa! El entorno ayuda a ir hacia adentro y hacer lo que muchos, en los países occidentales, nos proponemos y no solemos conseguir hasta unos días más tarde, curada la resaca… la famosa reflexión de las lecciones aprendidas y las peticiones y resoluciones que nos hemos propuesto para el nuevo año…
¿Os apetece un fin de año diferente?