Berlín: Más que Mitte… Reciclaje, arte y multiculturalidad

Por Carmen Aguilar García

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Un antiguo baño bajo de las vías del tren, en plena Oberbaum Straβe -cerca de la East Side Gallery-, convertido en una hamburguesería. Aún se puede leer “Herren”, a un lado de esta “caja” verde, y “Damen”, al otro. Quizás sea éste el exponente más representativo y, en cierta medida, tangible, del concepto reciclaje, tan berlinés. Un estilo que se huele por casi toda la ciudad. Ya no solo en las viviendas, donde hay hasta cuatro cubos de basura diferentes, sino en las tiendas, en cada Flohmarkt o en los bares y cafés.

El Arena Flohmarkt podría ostentar el título del “todo se puede reutilizar”. Allí todo se compra y vende. Desde sombreros a muebles, vasos o grifos, libros o piezas de algún aparato de radio. Algunos productos, en excelentes condiciones; pero también se pueden encontrar deportivas que antes deberían pasar por la lavadora y el zapatero. El Arena Trödelmarkt, principalmente de segunda mano, es uno de las decenas de mercados que florecen en Berlín durante el fin de semana. El más famoso y turístico, el de Mauerparkt, pero merecen visitarse, también, el de Boxhangerplatz, el mercado turco o el de Neuköll. Los puestos de segunda mano y los nuevos se mezclan con música y olores de comidas y bebidas.

Quedándonos en Boxhangerplatz y caminando por las calles que quedan encerradas entre Warschauer Straβe y Boxhagener Straβe apetece entrar en cada tienda. Pequeños negocios cuidadosamente decorados y acogedores, donde se vuelve a encontrar ese recurrente sentimiento del “reciclaje” en Berlín. Cuadernos de papel reciclado, librerías y tiendas de música de segunda mano,  monederos fabricados con envases de zumos, bolsos a partir de trozos de telas diferentes… Y aquí aparece el segundo rasgo de la “personalidad” de la capital alemana: el arte. El “hecho a mano” es habitual. Cada pendiente, broche o bolso es diferente e, incluso, el propio artista atiende en la caja o en su puesto del mercado.

 

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Ciudad rápida donde fluye el arte

No se sorprenda cuando en una misma noche, incluso en un mismo lugar, de las ocho personas que conozca nuevas de Berlín, seis (o las ocho) se dediquen a alguna de las ramas del arte. Música, pintura, diseño, fotografía… De hecho, una joven arquitecto, después de seis años trabajando en la ciudad del Spree, ha decidido estudiar joyería. “Quizás me he contagiado yo también de ese aire alternativo que tiene que ver con el arte”, confiesa entre risas.

Esa libertad creativa que fluye por el Spree convierte a Berlín en una de las ciudades más atractivas para los que buscan encontrarse murales en fachadas de viviendas. Para los interesados por la explosión cultural. Cada local, por pequeño que sea, puede sorprender con una Jam Session de un cuarteto francés en un muy improvisado escenario; locales donde el menú ofrece pequeñas “performance” con uno o dos actores que interpretan sentados en tu misma mesa; ópera con música electrónica dentro de una piscina; o cine mudo con banda sonora en directo sin ir al teatro.

Arte, especialmente, alternativo, moderno, contemporáneo y dinámico. Berlín en sí misma es una ciudad “rápida”: una metrópoli donde todo cambia a un ritmo vertiginoso; cada fin de semana es diferente. Quizás esa propensión al cambio y a la innovación anime el movimiento alternativo y la creatividad artística. Un sentimiento enaltecido el pasado 3 de marzo, cuando miles de ciudadanos de numerosas partes del mundo se concentraron en la East Side Gallery para protestar contra la intención de mover una parte del Muro de Berlín para construir viviendas de lujo. Una galería de arte al aire libre y un símbolo de la libertad y de la historia del siglo XX.

 

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Metrópolis multicultural

En la concentración se oía italiano, español, alemán, francés, inglés, turco, portugués… La multiculturalidad, la diversidad, es la tercera pata de Berlín que potencia, sin duda, esa explosión cultural y artística, pero también deja anécdotas en lo gastronómico. Frente a las famosas Currywurst, que más bien se encuentran en las zonas turísticas, los barrios de Kreuzberg y Neuköll ofrecen una variedad de restaurantes. Ganan, especialmente, los asiáticos en número.

Son precisamente estos dos barrios los que compiten por llevarse parte de la vida nocturna. Numerosos bares y cafés muy diferentes entre ellos, con personalidad propia, pero con una base en común: todo está permitido y, de nuevo, “todo se reutiliza”. Paredes desconchadas, murales a medio terminar, sillas diferentes alrededor de la misma mesa, estilos muy diferentes dentro del mismo local… Muchos de ellos parecen estar decorados a base de lo que sobra en varias casas.

La descripción seguramente invite a pensar en  un estilo descuidado y, en cierto sentido, viejo y sucio. Nada que ver. Todo está mínimamente cuidado. Con mimo. Son lugares acogedores, peculiares, con carácter, alternativos… Locales con personalidad propia, que muestran la vida berlinesa más allá de Mitte, la zona turística y monumental. Bares y cafés que recogen los tres rasgos que corren por las aguas del Spree: reciclaje, arte y diversidad.

 

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