Zabriskie Point: la aventura americana de Michelangelo Antonioni

Por Elvira García-Solera

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Zabriskie Point es quizás la película más atípica del director de cine italiano Michelangelo Antonioni. En esta película el director se aleja de la vieja Europa, para retratar el choque entre la sociedad de consumo y los jóvenes revolucionarios americanos, abordando los grandes temas del momento como el amor libre, las drogas,la música y, sobre todo, haciendo una gran crítica y ridiculizando quizás de forma demasiado evidente la sociedad americana.

La película se desarrolla a finales de los 60 durante las protestas estudiantiles en las universidades de California. Mark (Mark Frechette) es un universitario que está cansado de asistir a reuniones en las que se habla sobre las desigualdades sociales y la lucha por el cambio pero no se hace nada. Él es un idealista radical y cree en el uso de la violencia para conseguir un buen fin. Durante una de las protestas Mark cree haber disparado a un policía y huye. Roba la avioneta más bonita y pequeña que encuentra en una pista y se va. Mientras tanto, Daria(Daria Halprin),una joven hippie que cree en la paz y el amor libre, se dirige en su coche hacia Phoenix, donde ha quedado con su jefe que es un gran empresario. Pero primero planea pasar unos días meditando en un pueblo aislado. En el Valle de la muerte se encuentran por casualidad Mark y Daria; ella acepta llevarle en coche.

zabriskie pointLa parte más potente de la película comienza a partir de este momento, cuando llegan a Zabriskie Point, uno de los puntos más altos del Valle de la muerte. El paisaje es desértico y rocoso, con mucho polvo, y Antonioni lo retrata de una forma casi utópica. En Zabriskie Point Mark y Daria se aíslan de la sociedad y son completamente libres, corren por el desierto y hacen el amor. Hay una escena onírica de una orgía en el desierto, donde van apareciendo jóvenes que se unen a los protagonistas en una nube de polvo mientras suena una canción de Grateful dead. Es el más puro reflejo del amor libre como fuerza capaz de impulsar la paz en la tierra. También quedan al desnudo sus pensamientos e ideas;Mark es individualista, cree en las protestas y en la revolución, pero no le gusta estar dentro de un grupo. Por otro lado, Daría es positiva, le gusta ver lo bonito de la vida. Pasan un día fumando hierba y disfrutando de la libertad, de la ausencia de ataduras y de la belleza desnuda del desierto.

Pero después, ambos tienen que volver a la vida real: Mark tiene que devolver la avioneta y Daria tiene que ir a ver a su jefe en Phoenix. La película retoma entonces el ritmo agobiante del principio, desenbocando en un brillante final que representa la venganza utópica contra el capitalismo, venganza que se imagina Daria haciendo explotar todos los objetos que representan la sociedad capitalista como una caja de cereales «Kellogs» mientras suena la canción «Come in Number 51, Your Time Is Up» de Pink Floyd.

La fuerza de la película reside en las bellas imágenes a cargo del director de fotografía, Alfio Contini, y la música que se funde a la perfección con estas, aportando un gran significado a los espacios vacíos del desierto y a unos personajes con pocos diálogos. Retrata muy bien la vida de los jóvenes de entonces y expone claramente sus ideas. Esto es reforzado por los dos actores principales, Mark Frechette y Daria Halpri, que nunca antes habían actuado y no volvieron a hacerlo, ya que sus vidas tras hacer la película siguieron el mismo camino que las de sus personajes: se enamoraron y se fueron a vivir juntos a una comuna hippie. Mark fue encarcelado después de atracar un banco y murió en la cárcel en 1975. Daria estuvo casada unos años con el actor y director Dennis Hopper y actualmente se dedica a investigar terapias de cura creativas.

No obstante, uno de los aspectos más flojos de la película es el guión, que fue escrito entre cinco guionistas, entre ellos Sam Shepard y la mujer del director Bernardo Bertolucci. Además, los personajes son bastante planos, no llegamos a conocerlos. Son un retrato típico y superficial de los jóvenes de la época. En ocasiones parece que se trata de un documental, por las prolongadas y bellas imágenes de la naturaleza, que contrastan con los planos de ciudades, fábricas y revueltas. Tiene un estilo muy novedoso, ya que juega con el desenfoque y el teleobjetivo constantemente y algunos planos resultan muy irónicos, además de ser increíblemente efectivos como crítica.

En definitiva, Zabriskie Point no es una película de lógica ni de desarrollo, lo importante en ella no es la narración. Quizás pueda resultar algo panfletaria, pero era el grito de Antonioni intentando despertar a los jóvenes, utilizando imágenes bellísimas acompañadas de una gran música, y consiguiendo al final una película de estética sublime y con una narración muy peculiar y única.

 

ELVIRA GARCÍA-SOLERA

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