Buscando explicaciones para el enorme éxito del manga y el anime
A fines de la década de 1970, una serie televisiva de dibujos animados japoneses de ciencia-ficción sobre robots gigantes, llamada Mazinger Z, se hizo muy popular en España y otros países. Otras producciones de animación niponas, como por ejemplo “Bola de Dragón” y “Queen Millennia” (cuya película tuvo su banda sonora compuesta por Kitaro, http://www.jorge-munnshe.com/tema82.html) también se hicieron famosas. Fue el despegue definitivo del manga y de su versión animada, el anime, un despegue ya augurado una década antes por el éxito de la serie “Meteoro”.
Y en años relativamente recientes, el fenómeno ha proseguido. Inuyasha, Pokemon, Detective Conan, Death Note (Cuaderno de Muerte)… La lista es amplia y sigue creciendo.
La pregunta es obvia: ¿Por qué los comics y los dibujos animados japoneses surgidos con aquella ola y las posteriores han tenido tan buen éxito, comparados con producciones similares de otros países? ¿Puede la sociología aportar alguna explicación?
Ian Condry, profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Cambridge, Estados Unidos, cree que puede explicarlo y ha escrito incluso un libro sobre el fenómeno.
Su hipótesis es que la “colaboración creativa” con las masas ha sido la clave de la popularidad mundial del anime. Y expone un ejemplo:
A principios de 1979, una serie de dibujos animados sobre robots gigantes, “Mobile Suit Gundam”, hizo su debut en la televisión japonesa. No fue un éxito. Planificada para tener una duración de 12 meses, estuvo a punto de ser cancelada después de tan sólo 10 meses.
Pero entonces los creadores de la serie percibieron algo inesperado: Ésta tenía una audiencia, que aunque relativamente pequeña, era muy leal. Los fans estaban creando enciclopedias sobre la serie y confeccionando cronologías sobre los sucesos narrados en ella. A la serie se le dio un nuevo impulso, y el estudio que lo producía prestó atención a cuáles de los elementos de la serie habían demostrado ser más populares entre su audiencia. Con la nueva oportunidad y algunos ajustes creativos, la serie “Gundam” se convirtió en la base de una sucesión extensa de dibujos animados, películas, cómics, videojuegos, juguetes y otros productos.
Un fenómeno parecido de culto entre los fans se ha registrado con muchas otras series niponas de dibujos animados. Según una estimación, el 60 por ciento de las series de dibujos animados de televisión del mundo son hechas en Japón. Se han vuelto populares, como Condry afirma en su nuevo libro, “The Soul of Anime” (“El Alma del Anime”), publicado recientemente por Duke University Press, gracias a adoptar lo que él llama “creatividad colaborativa”, o sea la estrategia de aceptar aportes de una amplia gama de artistas, y, fundamentalmente, modificaciones propuestas por los fans, lo que lleva a una realimentación. Y cuando los fans participan, dice Condry, una producción televisiva de estas características funciona como un producto de la cultura Pop, al igual que la música de las estrellas Pop que cultivan el contacto con los fans en las actuaciones en directo y en otros muchos eventos sociales.
Por supuesto, una cosa es la teoría, y otra la práctica. Si una productora intenta lanzar una serie siguiendo deliberadamente el esquema descrito, no hay ninguna garantía de que logre el éxito que obtuvieron otras series que en cambio fueron planteadas inicialmente de una forma más espontánea.
A partir del auge del manga y el anime, Japón ha pasado a ser conocido en el mundo por esta parte de su cultura de un modo impresionante, capaz de eclipsar a elementos fundamentales de su identidad como país. Una anécdota ilustra la situación a la perfección: En 2004, cuando Japón envió camiones cisterna para ayudar en la reconstrucción de Irak, los iraquíes que coordinaban el trabajo sintieron que la bandera japonesa, mostrada en los costados de los camiones, probablemente no sería reconocida por la población. A raíz de ello, el gobierno japonés también pegó en los vehículos carteles grandes del Capitán Tsubasa, un popular personaje de una serie de dibujos animados japonesa, como forma más eficaz de hacer notar a la gente cuál era país que les proporcionaba los camiones.
Fuente: noticiasdelaciencia.com
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