Trauma atízame
Por María Paz Ruiz Gil
Te amo por milésimas. Y tú callas, pero yo te escucho en los silencios blancos que dejan las palabras. No quiero saber de tu pasado. Cargas demasiadas heridas. ¿Quién te ha hecho tanto daño? ¿A quién le parece divertido romperte los músculos con los que hoy me quieres?
No comprendes por qué te dejo, y luego, con el correr de los días, te vuelvo a buscar como si fueras la última botella de aire, como si solo contigo mi cuerpo se rellenara, porque siento que en tus manos están escondidas mis mejores historias, y los papeles olvidados de lo que soy. Ahora eres mi Wikipedia, mi diccionario.
Cada músculo, cada gota y lunar reconocen el paso de tus dedos. Tu lengua ha dibujado autopistas en mí, y mis pies diminutos ya son tu templo. Te veo venir y te huelo. Hueles a sal y a espliego. A metodologías revisadas, a cuerpos en movimiento. Ya ni sé si es el sudor de nuestro ayer el que me resulta más asqueroso o esa forma agitada que tienes de aparecer cuando te llamo. Me vives y me deseas, con esa piel caliente que te deja tu insólito trabajo.
Parece increíble que pueda amarte. Pero te amo. Parece increíble que te bese después de tantos meses haciéndolo. Tus babas ya son las mismas mías. Tu aliento viene a morir en mí, en mi boca abierta y curiosa. Tu pelo y el mío se abrazan cuando dormimos.
Cuéntame cómo ocurrió. Por qué te enamoraste de mí. Por qué insistes en quererme si soy tan cruel, tan pecadora y tan insensible cuando no estás. Lo hago porque si me vieses congelarías tu adoración. Romperías el altar que empezaste a construir el siglo pasado, lleno de mis fotos y de mis innumerables objetos de dama caótica, de papeles y ropas tiradas por el suelo, de libros y latas de refrescos, de cigarrillos y guantes de boxeo. Romperías tu altar a patadas. Como lo rompió el personaje de mi última novela. Ese que, si mal no recuerdo, casi termina muerto. Pero yo no deseo que mueras, y si has de morir, quédate conmigo. Agárrate a mi alma que, aunque estemos bajo tierra, vivirá siempre más joven que la tuya.