Tom Ford
Tom Ford, el protagonista del desfile más esperado de la London Fashion Week. Se subía a la pasarela sin misterios y dejando a un lado esa exclusividad enigmática que le ha acompañado estos años. No faltaron celebridades, las imprescindibles y notables editoras de moda, los medios de comunicacion y hasta bloggers. Saltó de un extremo a otro y la expectación fue la misma. Nos falló la posibilidad de ver el desfile en streaming pero no se puede tener todo…
Como escenario el Lancaster House una mansión del distrito de St James. Llegó a formar parte del complejo del palacio de St James. Un lugar privilegiado abundante en elegancia, premisa que caracteriza al diseñador norteamericano. Donde esperaban hombres guapos impecablemente vestidos de la firma en cada rincón. En este paraje exquisito mostró un colección más salvaje, brillante y colorida. “Cultural, multiétnica, feliz y maximalismo” resume Ford su desfile. Sin dejar el blanco y negro que se imprimen en abrigos de piel de felpa, con bordes deshilachados. Estampados animales como la cebra que dan paso al leopardo, sí, leopardo. Viva el exceso.
Pantalones extremadamente brillantes, vistosas chaquetas, pieles sobradas con colores y prints florales, botas al muslo, ponchos y vestidos ceñidos de manga larga con llamativos gráficos de comic en lentejuelas. No faltó de nada.
Para compensar un maquillaje completamente desnudo con párpados brillantes en gloss combinaban con peinados con un acabado efecto mojado dando el protagonismo excesivo a las prendas.
Rozó ese punto de vulgarismo deluxe de los mejores tiempos de Versace y dejó claro que el minimalismo ha quedado atrás, de momento, como la estricta intimidad de sus colecciones.
Él hace las cosas a su manera y nos gana con ello.
Texto: Minerva Santana.
Fotos: Style.com