El lado femenino de la historia : La dignidad de una reina, Catalina de Aragón
Por Sandra Ferrer
Hoy se cumplen 477 años de la muerte de Catalina de Aragón , una reina cuya vida estuvo marcada por la humillación pública, la manipulación política y un secreto que se llevaría a la tumba. Su matrimonio y posterior divorcio del rey inglés Enrique VIII sería de suma trascendencia para la historia de Inglaterra. No en vano fue el detonante para la escisión de la iglesia anglicana.
Catalina de Aragón era hija de los Reyes Católicos, unos de los monarcas más poderosos de su tiempo, por lo que sus hijos fueron utilizados como peones políticos en el complicado entramado de estados de la Europa de los siglos XV y XVI. Catalina fue destinada a Inglaterra. Debía casarse con un débil príncipe llamado Arturo. Su matrimonio duró menos de un año y tras el fallecimiento de su esposo en 1502 pasó años en un limbo político en la corte de Londres hasta que su padre, el rey Fernando el Católico, y su suegro, Enrique VII, decidieron casarla con su cuñado, un joven apuesto y vigoroso que llevaba el mismo nombre de su padre.
Aquel matrimonio no sería fértil. Muchos abortos y embarazos fallidos y solamente una hija, a quien la historia de la Inglaterra anglicana terminaría recordándola como Bloody Mary (Mary la Sanguinaria). La falta de herederos y el enamoramiento del entonces rey Enrique VIII de la bella dama Ana Bolena derivarían en desastre para Catalina. Fue entonces cuando Enrique se sumiría en una vorágine de maldiciones y condenaciones eternas, creyendo haber sido castigado por haberse acostado con la mujer de su hermano difunto mientras su esposa juró que nunca había consumado su primer matrimonio, algo que nunca se pudo demostrar en ninguno de los dos sentidos. A su relación marital se unieron las desavenencias con Roma y con el Imperio de Carlos V quien, sobrino de Catalina, no iba a consentir que ésta fuera degradada con un divorcio. Su profunda fe católica y sus intereses de estado se lo impedían.
Enrique VIII, acorralado por el Papado y el Imperio de los Habsburgo no se amedrentó y dio un golpe de efecto que cambiaría la historia de Inglaterra para siempre. En 1533 el arzobispo de Canterbury anulaba el matrimonio de Catalina con Enrique desoyendo las quejas de Roma y el rey se casaba con Ana Bolena. Un año después, el Acta de supremacía declaraba a Enrique jefe supremo de la Iglesia anglicana rompiendo con la fe católica del Papa.
Catalina terminó sus días sola, recluida en distintos castillos de la geografía inglesa, viendo como su padre, su sobrino, su suegro y su marido, la utilizaron en distintos momentos de su vida en beneficio propio. Cabe preguntarse qué habría pasado si Catalina hubiera dado a Enrique el ansiado heredero o si el Papa hubiera aceptado su divorcio. La historia hubiera sido muy diferente. Pero lo único cierto es que Catalina fue una mujer utilizada por los hombres que la rodearon y nunca pudo controlar su destino. Como muchas mujeres de la realeza, fue un auténtico peón político y nunca se tuvieron en cuenta sus sentimientos, ni siquiera su dignidad.
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