Bali “En Venta”
Por Arianne Martín
Bali tiene el tamaño aproximado de Mallorca, pero 5 veces más habitantes, 3 millones de Balineses y 1 millón de expatriados, sin contar los casi 3 millones de turistas que visitan la isla cada año.
Con estos datos, lo primero que uno se imagina es que la isla está petada,… pues si y no. Como siempre a los humanos nos gusta asemejarnos a los borregos, y todos nos acabamos encontrando en los mismos sitios, especialmente preparados para nosotros. Así que el sur y centro de la isla rebosan motos, pantalones cortos y tirantes, cocktails, construcciones y atascos, mientras que el norte y oeste aún respiran tradiciones, ceremonias y aire limpio en la inmensidad de verdes planicies de arrozales y montañas plagadas de flores y cultivos varios…¡y menos mal!
El turismo que entra en Bali constituye el 60% de los ingresos por turismo del país, pero no sólo eso. Aquí llegan además todo tipo de monedas, locales y extranjeras, todo tipo de dinero, negro, blanco o blanqueado, en busca de un lugar donde aflorar y germinar los beneficios del sistema capitalista. Rusos, chinos, japoneses, árabes, australianos y algunos europeos protagonizan una auténtica conquista del este, rifándose los campos de arroz que dominan, o mejor dicho, dominaban el paisaje Balines.
Aprovechado este efecto de la globalización, los locales han iniciado una auténtica subasta de sus arrozales, fuente histórica principal de alimento, trabajo y sustento. Es lo que hacemos los occidentales, y algunos asiáticos contagiados, exportar nuestro afán por tener más, y claro los Balineses no iban a ser menos… Antes verde, ahora gris, es el futuro de una isla que no sabe qué hacer con tantas motos, con los crecientes niveles de polución y con las cantidades insospechadas de basura en una isla que carece de fórmula alguna de reciclaje, salvo el envío a la vecina isla de Java.
Y no es sólo el suelo lo que se vende, aquí se podría decir sin error a equivocarse que “se vende hasta el sol”. Por unas rupias puedes pagar a un Balian (sacerdote Balines) que organizará una ceremonia para que no llueva, o puedes comprar una extensión ilegal de tu visado de turista sin moverte del sofá, obtener un permiso de conducir por 20 años sin siquiera presentar el de tu país,… Y por último, pero no menos importante, también se puede comprar un “Bali Boy”, jóvenes locales que se dedican a colmar los exóticos deseos de occidentales cuarentonas y cincuentonas, del estilo “come, reza y ama”. Estas mujeres abundan en algunas zonas de la isla como Ubud, centro cultural de la Isla, donde las tradicionales tiendas artesanales y de artistas varios se intercalan ahora con lo más modernos centros de yoga, tratamientos de los más diversos tipos imaginables, restaurantes de comida macrobiótica, ayurvédica, cruda o lo que sea que se haya puesto de moda…y todo sabe mucho mejor si contamos con la compañía de un Bali Boy…
Parece ser que el tan idolatrado lujo asiático, de paisajes verdes en calma, naturaleza boyante por doquier, vida sencilla y sin grandes pretensiones, se está impregnando de nuestro lujo occidental y su afán por todo material… Pero, como sabemos, nuestros lujos son mucho más costosos… así que habrá que vender lo que haga falta, el arrozal, la casa familiar, la moto, la hija y por qué no, el alma…
…menos mal que aún quedan algunos Balineses que piensan diferente…