Cocina y gastronomía como cultura
El hombre, un “comedor” universal
Entre todos los vivientes, sólo el hombre, al intentar alimentarse, produce una cocina gastronómica. También los animales se nutren -dice Dancer-, pero no tienen una cocina. Acaso la práctica de la fermentación de algunos productos, como el hueso que el perro entierra, sea ya un embrión de «cocina», o sea, de preparación y perfeccionamiento del alimento. Pero la cocina, como perfeccionamiento de la alimentación, es un fenómeno de tipo estrictamente cultural: y aunque exista algún rasgo de cocina en algunos animales, es el hombre el que la somete a invenciones y la desarrolla. A su vez, la gastronomía es un paso más hacia un progresivo perfeccionamiento de la cocina misma.
Naturaleza biológica y cultura racional
En cuanto ser que se alimenta, el hombre se encuentran entre la naturaleza biológica (pues es organismo corporal) y la cultura racional (pues es un ser pensante). El alimento se saca de la naturaleza, pero el hombre lo incorpora a su vida con categorías culturales. Por ejemplo, “Idiazábal”, “Jabugo”, son entre nosotros, categorías culturales.
Las categorías culinarias de alimentos –los consumidos tanto por los europeos civilizados como por las tribus primitivas africanas o amazónicas– son conocidas por todos: crudo, hervido, asado, frito, fermentado, ahumado…, y se distribuyen siguiendo un orden en la relación que hace lo natural biológico a lo cultural racional; ahora bien, ni siquiera lo crudo -en apariencia lo más próximo al estado natural biológico- existe en estado puro: ciertos alimentos pueden consumirse “crudos” con la condición de haber sido escogidos y lavados, o que se les hayan quitado determinadas hojas o hayan sido cortados, incluso sazonados. El hombre jamás consume un alimento en estado biológica y morfológicamente salvaje.
La elevación cultural de la cocina
Esas mismas categorías alimentarias poseen cierto grado de prestigio social, por lo que están sometidas a convenciones y se adjudican a sexos y a ocasiones sociales normales o extraordinarias; por ejemplo, en algunos pueblos lo asado se hace competencia de lo masculino; lo hervido, de lo femenino.
Otro ejemplo: la presencia de carnes fermentadas, mediante maduración lenta, identifica culturas con una larga historia pasada, rica de tradiciones y especialmente en equilibrio ecológico. De hecho, la conservación a través de varias estaciones implica una tecnología con elevados contenidos culturales.
Significaciones diversas de las mismas categorías culinarias
La categorías de crudo, cocido, fermentado, asado, frito, ahumado, etc. tienen en cada país distintas connotaciones. Durante la segunda guerra mundial, los soldados americanos concebían la categoría de lo fermentado de una forma distinta que nosotros, pues el olor –para ellos cadavérico– que exhalaban las fábricas de queso normandas les incitaba en algunas ocasiones a destruirlas. Otro ejemplo: determinados países no podrían importar el jamón «Jabugo» si le aplicaran rigurosamente su legislación sobre carnes frescas: sólo podría entrar cocido; pero si las autoridades sanitarias de cualquier país obligaran a cocerlo, cometerían un delito gastronómico de primera magnitud. Cada lengua, pues, tiene sus distinciones propias en materia de preparación de alimentos; y si lo «frito», por ejemplo, es tenido en una lengua por refinado, en otra es considerado incivil y plebeyo. Y otro ejemplo: la lengua inglesa emplea alrededor de treinta y cinco palabras diferentes para describir los distintos modos de cocción; y en cada una de ellas tiene gran significación cultural el tiempo empleado en el proceso. En resumen, siendo la cultura una mediación entre el hombre y la naturaleza, la cocina aparece siempre como un proceso cultural de mediación entre lo biológico y lo racional.
Incluso en un mismo país hay nombres de platos que significan en cada región matices distintos: por ejemplo, la universal olla podrida española puede designar diferentes clases de carnes sazonadas y cocidas con legumbres. ¿Qué significa, en primer lugar, olla? La define así el Diccionario de la Academia Española: “Olla. Vianda preparada con carne, tocino, legumbres y hortalizas, principalmente garbanzos y patatas, a lo que se añade a veces algún embuchado, y todo junto se cuece y sazona. Es en España el plato principal de la comida diaria”. ¿Y qué significado tiene, en segundo lugar, podrida? Covarrubias, en su Tesoro de la Lengua Castellana, lo explica de la siguiente manera: “Púdose decir podrida en cuanto que se cuece muy despacio que casi lo que tiene dentro viene a deshacerse, y por esta razón se pudo decir podrida, como la fruta que se madura demasiado”. No se trata, pues, de un verdadero y real proceso de fermentación o putrefacción. Todo lo contrario: y en cada región son distintos los tiempos de cocción, dependiendo evidentemente de la calidad del producto.
Complicación del hombre y sencillez animal: la gastronomía
Los modos culinarios (crudo, cocido, frito, ahumado, fermentado, etc.) a cuyo través satisface el hombre su necesidad de alimentarse traducen ciertamente la «complicación» del ser humano frente a la sencillez del animal.
La «causa» de que estos modos sean tantos y tan complicados no se encuentra en la satisfacción, sino en la misma «necesidad», la cual es en el hombre inconcreta y vaga, a diferencia de los animales, cuya necesidad de alimentarse está sumamente definida. Este hecho proviene de que el hombre es, en realidad, un omnívoro peculiar. Peculiar, porque, a diferencia de otros animales aparentemente omnívoros, el hombre tiene una necesidad humana de comer afectada por el signo racional de la universalidad: come de todo, porque su razón es capaz de abarcarlo todo. El hombre, desde que nace, se dirige a un alimento en general, no a una sola y determinada clase de alimentos. Si el instinto animal está coartado, la necesidad biológica humana está abierta: es un reflejo de una dimensión racional en la misma estructura de esa necesidad biológica. Comemos por necesidad, pero esta necesidad es “humana”, animal y racional a la vez. Precisamente porque la necesidad humana de alimentarse es abierta por la razón, el hombre ha de ejercer todas las artes de la alimentación (incluido el arte culinario), culminando en la gastronomía.