«He ali‘i ka ‘āina, he kauwa ke kanaka.» La tierra es el jefe, la humanidad su sirviente.
“‘A‘ole pau ka ‘ike i ka hālau ho‘okahi,” Todo el conocimiento no viene de una sola fuente.
Y así hay que ver la cultura de Hawai y así hay que entender la tolerancia de la pluralidad de este territorio, cómo aceptaban las diferencias y cómo respetaban puntos de vista diferentes.
Desde 1959, Hawai pertenece a Estados Unidos, aunque en el pasado fue una monarquía. De ser reinos feudales, la monarquía se instauró en 1810 por Kamehameha I. que estableció formalmente el Reino de Hawái en 1810. La figura de Kamehameha destaca especialmente por la vehemencia de su defensa de los valores tradicionales hawaianos, como del Lua, un antiguo arte marcial hawaiano que consistía en fracturar huesos o del sistema «kapu». Creía tan firmemente en este sistema de normas que ejecutaba a aquellos súbditos que lo infringieran. El kapu se relaciona con el tabú presente en otras culturas de la Polinesia. Las restricciones más famosas son las que afectaban al contacto con los jefes, pero también se aplicaban en los contactos entre hombres y mujeres, que, por ejemplo, no podían comer juntos (hasta que el rey Kamehameha II lo abolió al compartir de forma simbólica una comida con alimentos prohibidos con las mujeres de su corte.) Determinados alimentos como el cerdo, las bananas (por su semejanza fálica) y los cocos se consideraban kapu para las mujeres.
Kamehameha I también ha pasado a la historia por la mamalahoe o la Ley del remo astillado, que sigue en vigor en todo el mundo y que protege los derechos humanos de los no combatientes en tiempos de guerra. Sus orígenes se remontan a partir de una accidente de este rey, cuando durante una incursión, su pie quedó atrapado en una roca. Un pescador de la zona, temeroso por su familia, asestó a Kamehameha un fuerte golpe en la cabeza con un remo, que se astilló. Doce años más tarde, trajeron al mismo pescador ante Kamehameha para ser castigado. El rey Kamehameha no obstante se culpó a sí mismo por atacar a gente inocente, regalando al pescador tierras y liberándole después. Proclamó la nueva ley, «Dejen a toda persona mayor, mujer o niño tendido junto al camino a salvo». Se calcula que esta ley salvó miles de vidas durante las campañas de Kamehameha.El Merry Monarch de la segunda dinastía, los Kalakaua, era un rey alegre, festivo, y aficionado a los banquetes. También se preocupó por mantener el idioma y el hula: los misioneros no sólo prohibieron el idioma, que les parecía muy sexual porque utilizaban mucho la glotis y la garganta (sólo tiene 7 consonantes), sino también el baile, el hula. Esta danza no tiene nada que ver con la imagen que se vende de Hawaii de una danza hecha por mujeres, suave y relajada. En tiempos antiguos se realizaba para honrar a los Dioses, resaltar los logros de un guerrero o celebrar la belleza de la tierra, y se sigue practicando con determinación, respeto y precisión y cada movimiento tiene un propósito y un significado intrincado. Se trata del baile tradicional llamado kahiko: una danza de percusión, tocado por calabazas «ipu heke ole» y maderas de bambú (nada que ver con el famoso ukelele, surgido a partir de una afinación especial del cavaquinho, la pequeña guitarra de cuatro cuerdas que los portugueses llevaron mucho más tarde a Hawai) Así que el baile tradicional hawaiano esfuerte, salvaje, y muy espiritual, y es bailado tanto por hombres como por mujeres.
“El Hula es el idioma del corazón y el latido del pueblo hawaiano.” afirmaba el rey Merry Monarch.
Aún siendo defensor acérrimo de sus tradiciones, su palacio fue el primero en tener retretes con agua corriente y electricidad en la isla, y fue el primero en dar la vuelta al mundo por placer. Le encantaba ir a Inglaterra, adoraba Andalucía y el flamenco y Austria y el yodel. Le gustó tanto, que hizo que el director de la Royal Hawaian Orquestra (que eran tratados como miembros de la realeza) trajera a un austriaco para que les enseñara este canto y crear así un falseto tanto para mujeres como por hombres. Genoa Keawe es una gran reina de este falsete.
La hermana de este rey es la última reina de la estirpe, Liliʻuokalani, y protagoniza la parte más dolorosa de la historia de Hawaii, porque es la que tiene que abdicar por presiones financieras extranjeras que se apropian de las tierras y se casan con las nativas de la estirpe real. Aún así, con el orgullo y la rectitud que les caracteriza a los hawaianos, la Reina instó a su pueblo a mantenerse firme y no hacer nada que condujera a la violencia. Finalmente la hacen abdicar y la recluyen en su propio palacio, mientras los mercaderes intentan comprar a todos los grupos de presión interesantes que en Hawaii son la mayoría músicos. Intentan comprar a la orquesta real, pero se niegan. Los colonos, ante la negativa, les amenazan con un futuro de hambruna, a lo que aquellos responden que entonces «comerán piedras». De acuerdo con el cántico antiguo de la creación, el kumulipo, los hawaianos descienden directamente de la tierra. De hecho, cuando había escasez, los indígenas kanaka comían barro. Por eso es que esta respuesta se convirtió en un himno nacional hawaiano de doble sentido, de resistencia y de protección de las tradiciones hawaianas (aunque pasó a llamarse Kaulana NÄ Pua «famosas son las flores de Hawaii» para resultar una canción menos subversiva para EEUU.)
Durante este tiempo la Reina, llena de miedo y sintiendo que su pueblo necesitaba tranquilidad y un signo de esperanza, dio un pedazo de su propia tierra a su pueblo como un jardín, y se anunció que la plantación se realizaría de acuerdo a las ceremonias antiguas. Se trataba de seguir el principio vital de pono, «lo que es bueno, lo correcto y lo justo, el bienestar» y el principio de malama aina, es decir, «el respeto y cariño por la tierra».
Así pues, Lili’uokalani nombra el jardín como Uluhaimalama «como las plantas crecen de la tierra oscura a la luz, así crecerá la nación». Decenas de hawaianos llegaron al jardín. Durante tres días se plantaron árboles sagrados, y con cada plantación, se entonaban cánticos, a la naturaleza o aina y a la Reina. Se preparó un pequeño montículo de tierra sobre la cual se colocó una simple piedra, símbolo de la creación de la Madre Tierra, mientras que el cantor entonó:.. ‘Los hombres son mortales. La tierra es la madre que nunca muere.»
En 1917 la historia oral cuenta que los representantes del gobierno de los EE.UU, en un esfuerzo por sofocar cualquier apoyo duradero a la monarquía, arrancaron las siembras en Uluhaimalama y lo convirtieron en un cementerio. Sin darse cuenta de que de esa manera se convertiría en un lugar aún más sagrado para los hawaianos, ya que en esta tierra sagrada se unía el amor a la tierra con otro principio básico hawaiano, la familia u ohana.
Los antiguos hawaianos eran muy leales a la importancia de la familia. El término ohana, familia en hawaiano, no es solamente la familia sanguínea sino los amigos y todas las personas queridas. La raíz de la palabra se refiere a la raíz o bulbo de la planta kalo, o taro (que simboliza el «sostén de la vida» en Hawai) Incluso hoy en día, en situaciones de negocios, puede ser considerado descortés no preguntar sobre la familia o contar alguna anécdota familiar antes de empezar con los negocios.
Cuando pensamos en “la economía hawaiana” es imprescindible observar cómo la gente define riqueza. La palabra para ‘riqueza’ es waiwai: la palabra wai (agua) reduplicada, aunque también puede significar aquello que se retiene. Es una forma de comprender cómo toma el sostenimiento de la vida como su más alta prioridad. El bienestar está relacionado con la riqueza a través del principio antes descrito, el pono, que abarca una variedad de significados, tal como ‘bondad,’ ‘moralidad,’ ‘decencia,’ ‘excelencia,’ ‘bienestar,’ ‘prosperidad,’ ‘igualdad,’ ‘deber,’ ‘apropiado,’ ‘rectitud,’ ‘justicia’ y ‘equilibrio’.
La economía comunitaria toma su forma de una división de tierra llamada ahupua‘a.
La vida dentro de un ahupua‘a se simplificaba por medio de laulima (trabajar juntos) para proveer comida para todas las familias. La gente del interior llenaba el ‘umeke ‘ai (recipiente de poi), mientras que la gente de la costa llenaba el ipukai (cuenco de carne/pescado). Juntos mantenían y protegían los recursos para asegurarse de que hubiera sostenibilidad. El romper el kapu o las normas sociales que aseguraban esta sostenibilidad era vergonzoso. De aquí nace el principio de derecho (kuleana) que nace de las relaciones con las familias, con el ‘āina (la tierra) y de un sistema de valores que respeta límites, el sentido de la responsabilidad, el conocimiento y que respeta a aquellos quienes vivieron antes y a aquellos quienes aún están por venir.
«Cuando yo me estaba criando nunca tuvimos un refrigerador, así que preservábamos nuestra comida con sal hawaiana … y todo venía de la tierra, como el pescado. Solíamos bajar a pescar y mi abuelo miraba hacia atrás y decía, ‘Mahalo. Mahalo por todo lo que tenemos,’ Gracias. Recogíamos lo suficiente para comer y después le dábamos las gracias al océano. Así que nuestra vida era tan sencilla, muy sencilla. En esos días pensábamos que era algo difícil, pero era algo que aprenderíamos de por vida, porque aunque no tengas trabajo, nunca te morirías de hambre, con tal de que puedas trabajar tus manos: entonces sacarás algo para meterte en la boca. Y así es como nos enseñaron los viejos, ¿sabes?.» Valerie Pu.
«Siempre recordaré y consideraré sagradas las cosas que me enseñaron. Una enseñanza que se resalta en mi mente es que uno no recoge sino lo que necesita para la cena de su familia y deja el resto para otro momento o para la siguiente persona. La gente siempre compartía lo que recogía ya fuera con miembros de su familia, amigos o vecinos. Esta tradición cultural continúa el día de hoy.» Ipo Kanaka‘ole.
Laura Lehuanani Yim y Sunnie Kaikala Hū‘eu detallan las diferencias entre el capitalismo y la economía tradicional kanaka (indígena):
«Una economía capitalista busca crear riqueza, pero no necesariamente una riqueza definida por objetos que sostengan al pueblo. El capitalismo está basado en la propiedad privada. Existe un conflicto entre el capitalismo y un enfoque kanaka (indígena) más tradicional de valorar y mantener los recursos de nuestro mundo. Significa la transformación de las relaciones físicas, sociales e incluso espirituales a la tierra y a las otras personas.
Así pues, la “pobreza” significa no tener aloha (amor, compasión). En el lenguaje hawaiiano, aloha quiere decir mucho más que simplemente «hola» o «hasta luego». Su sentido más profundo implica «compartir (alo) energía vital (ha)». Significa alegría, fuerza, honor y amor. Pobreza también significa no tener tierra, no tener comida, estar en un estado de desequilibrio y conflicto. La riqueza es nuestro mundo viviente, nuestras familias, nuestra inteligencia y nuestro ‘ike (conocimiento) y mana‘o (pensamientos y sentimientos) de cada uno»
«El que se conozcan pocos ejemplos de esta noción de fuerza-medio mágica (maná) no debe hacernos dudar de que haya sido universal. Estas nociones pueden haber existido y no haber sido nunca expresada: un pueblo tiene la misma necesidad de expresar una idea semejante que de enunciar las reglas de su gramática»