Origen del té y su excepcional sabiduría
Por Magdalena Tortosa
El té no es sólo la segunda bebida más consumida después del agua, su posición en diversas culturas, su sentido reflexivo, en ocasiones trascendente, y los rituales creados a su alrededor, son imposibles de hallar en otra bebida o comida.
Gran responsable de esta cultura tan rica es el gran libro del té escrito por Lu Yu a principios del IX. Con elementos de poesía y filosofía el Clásico del Té, Cha Jing o Ch’a Ching (茶 经), es un gran tratado sobre el té, un análisis pormenorizado que resulta en el reflejo de hábitos e ideas que ha modelado la cultura del té en China y ha contribuido a su expansión, particularmente a Japón.
La obra original de gran valor literario, escrita en un estilo poético sintético trabajado por los eruditos de la época, es fruto de una profunda investigación, recopilación y análisis desde el origen, botánica de la planta y producción, hasta los utensillos, la elaboración y la forma de beberlo.
Lu Yu vivió en la China del siglo VIII. Adoptado por un monje budista aficionado al té, tuvo con él su primer contacto con la bebida y comenzó el interés por la planta que se convirtió en una fascinación que le acompañó toda su vida.
Bajo la Dinastía Tang (618-907) el té dejó de considerarse un producto de uso medicinal, era producido y bebido de manera cada vez mas generalizada gracias a la transmisión oral que lo había situado como un producto idóneo para el consumo cotidiano, de forma sin embargo aún muy variada.
En diferentes lugares se practicaban distintas maneras de producción y preparación con desiguales resultados. Aún no había certeza de su calidad: algunos productores distinguían la cosecha de primavera como té y las posteriores como ming o té amargo, y no había acuerdo de cómo ni cuando se debía cosechar y tratar el té.
Lu Yu dedicó muchos años a la investigación del té, visitó plantaciones, tomó muestras, indagó, estudió todo lo relativo a su origen, historia y costumbres, y plasmó todo eso en su gran obra. Al mismo tiempo la dotó de una visión filosófica ligada a la evolución del pensamiento religioso de la época en el que el té simboliza la armonía y la unidad misteriosa del Universo.
Sus ideas tuvieron gran importancia en el desarrollo del conocimiento y rituales del té mas allá de la extensa frontera del imperio. Durante la dinastía Tang las relaciones culturales entre China y Japón fueron nutridas y comenzó a cultivarse y consumirse el té en Japón.
La primera mención de un acto formal o ritual que implica el consumo de té en la cultura nipona data del siglo VIII, sin embargo en ese momento es probable que no se pareciera mucho a la ceremonia japonesa del té, tan conocida hoy en día a la que se le concede una importante influencia de este libro.
El libro abarca todos los aspectos del té y se divide en diez capítulos con el siguiente detalle:
– Referencias mitológicas y descripción de la planta de té;
– Enumeración de herramientas para la recolección, proceso y almacenamiento del té;
– Formas adecuadas de producción;
– Descripción de utensillos para elaborar y beber el té;
– Guía para la correcta elaboración;
– Variedades y propiedades del té conocidas en la época;
– Historias, anécdotas y registros con mención del té a lo largo de la historia;
– Lugares de producción en China y su diferente calidad;
– Omisiones permitidas tanto en la producción como en en la elaboración bajo excepcionales circunstancias;
– Diagramas que conforman una guía abreviada y referencia de los capítulos anteriores.
Un estudio tan amplio, tan hondo y tan particular que ha dotado al té de un sentido único que, aún con muchas y también importantes aportaciones posteriores, perdura hasta nuestros días.