La Tierra del Sol Naciente
Posted on 25 abril, 2012 By Cristóbal Navarro portada, Viajar
Me llamo José Calleja y desde hoy y durante días viajaré con vosotros por La Tierra del Sol Naciente : Japón.Una aventura realmente fascinante que comenzamos en Tokio y en la que os invito a participar.
DÍA 1: Tras 11:30 horas de vuelo aterrizamos en el modernísimo y enorme aeropuerto internacional de Beijing, donde nos aguardan 9 horas de escala, un poco más de lo previsto ya que el avión ha llegado a Beijing con algo de adelanto respecto al horario previsto. A las 13:25 horas despegamos de Beijing con dirección a Japón, donde en poco más de tres horas aterrizamos en el aeropuerto de Tokio :Narita.Tras cambiar dinero bajamos una planta y buscamos la oficina de JR donde activamos y validamos en ese mismo momento nuestro JR Pass de 21 días comprado en España. Tenemos que empezar a exprimir ya nuestro flamante JR Pass, por lo que en esta misma oficina reservamos asiento en el Narita Express, que nos llevará a Tokio en 60 minutos. El Narita Express tiene parada en la Tokyo Station, metida ya en la Yamanote line (incluida en el JR Pass), que es una línea que rodea la ciudad y que llega a casi todos los sitios interesantes de Tokio. Una vez en la Tokyo Station, para llegar hasta el barrio de Asakusa, el más antiguo de Tokio, que es donde tenemos reservado el hostel, tenemos que coger la Ginza line: una de las líneas de metro que recorren la ciudad.
Siguiendo las indicaciones de la web del hostel, nos bajamos en Asakusa Station. Desde allí al hostel sólo queda un paseo de 10 minutos, adonde llegamos después de preguntar a un par de simpáticos japoneses, porque encontrar una dirección en Tokio es bastante complicado.
DÍA 2: Nos levantamos temprano y totalmente recuperados del cansancio del viaje, por lo que armados de planos, guías y apuntes, nos disponemos a atacar la ciudad.
Después de un almuerzo japonés en el Mercado, llegamos caminando (10 minutos) hasta el barrio de Ginza, equivalente a la 5ª Avenida de Nueva York. Fue el primer distrito comercial de Tokio, y aunque en la actualidad le han salido numerosos competidores, sigue siendo ideal para mirar escaparates y visitar galerías de arte.
En Ginza damos un paseo y flipamos con los rascacielos y con todas las tiendas de lujo, de esas que son sólo para mirar escaparates. Visitamos el edificio de Sony, que tiene 7 plantas y alberga todas las novedades de la marca, desde las nuevas televisiones HD, hasta la videoconsolas más modernas. Aquí perdemos un rato con las proyecciones en HD en unas pantallas de televisión más finas que el papel.
El hecho de pasear por esas calles ya es una verdadera pasada, porque a la gente ultramegamoderna vestida con la que te cruzas a cada instante, los escaparates con perfonmances incluida, sólo hay que añadir un dirigible que en esos momentos sobrevolaba el cielo de Tokio, y es que acabamos de aterrizar en Japón y ya estamos con cara de alucine.
Desde allí nos vamos paseando hasta el Palacio Imperial. Actualmente es la residencia del Emperador, por lo que es visitable previa reserva y sólo tres días al año. De todas formas, después de hacer la foto de rigor del exterior del Palacio, paseamos un rato por sus jardines. Tampoco perdemos mucho tiempo en el lugar, puesto que en Kioto nos vamos a hartar de templos y preciosos jardines japoneses.
Tras la visita al Palacio, paseamos hasta la cercana Tokyo Station, donde cogemos la Yamanote line hasta Harajuku. Este barrio es donde se juntan todas las cosplay y demás fauna urbana de Tokio para comprar los vestidos con los que imitan a sus personajes preferidos de los comics manga y anime. Y es que aquí es donde vemos las primeras lolitas y compañía.
Además de recorrer sus calles con tiendas de ropa a muy buen precio donde empezamos a pecar, dedicamos un buen rato a observar a las cosplay que allí se reunían, y es que es su principal afición, “disfrazarse” y dejarse ver.
Sin salir aún de Harajuku y justo al lado de su estación, visitamos el templo de Meii-Jungu, uno de los más bonitos de Tokio y poseedor del torii más grande el país. El templo, totalmente reconstruido tras los bombardeos sufridos durante la II Guerra Mundial nos parece espectacular, pero lo que más nos llama la atención es la boda con la que coincidimos en los jardines que hay en el exterior. Es una boda donde los novios van vestidos con trajes tradicionales y es realmente precioso.
Después de dar por terminada la visita a Harajuku, cogemos la “Yamanote line” hasta la parada de Shibuya. Al salir de la estación y hacerlo por la salida de Hachiro, nos damos de bruces con otro de los platos fuertes de Tokio: el cruce de Shibuya, conocido como Scramble Kousaten, sin duda una de las intersecciones más conocidas del mundo, donde la luz verde de los semáforos da paso a una marea humana perfectamente cronometrada y en absoluto silencio. Son cuatro semáforos y cuatro pasos de peatones, dos rectos y dos diagonales, y se trata sin duda del más concurrido del mundo, llegando a alcanzar el millón de personas a diario. La gente se amontona para cruzar y cuando la luz verde se enciende, una marea de cientos de personas cruzan la calle en un silencio que impresiona. Alrededor, una luz exagerada proveniente de las pantallas gigantes instaladas en las fachadas de los edificios donde se proyectan videos publicitarios ilumina la escena. Este ajetreadísimo paso de peatones lo cruzaba Scarlett Johannson en una escena de la película Lost in Translation.
Tras recorrer un par de centros comerciales de la zona, principal ocupación del visitante de Shibuya, ponemos rumbo a la isla artificial de Odaiba, situada en la Bahía de Tokio. Para llegar hasta ella hay que tomar la Yamanote line hasta la parada de Shimbashi, donde enlazamos con Yurikamome line. Esta línea en su trayecto hasta Odaiba corta en dos el Tokyo más moderno en un tren sin conductor. Aquí nos parece estar en otra galaxia. Para llegar a Odaiba cruzamos el Rainbow Bridge, llamado así por el cambio de color de su iluminación dependiendo de la estación del año en que nos encontremos.
La visita a Odaiba es obligada hacerla al atardecer, ya que contemplarla con el fondo del sky line de la ciudad no tiene precio. En Odaiba hay un montón de modernísimos centros comerciales y áreas temáticas como el edificio Sega, donde perdemos un rato en algunas de sus actividades. La más impresionante para mí es un simulador de rallys en el que el coche a conducir es simplemente un coche auténtico allí acoplado. Allí pasamos un rato derrapando y dando volantazos en un Subaru Impreza.
De regreso a Asakusa, cenamos en uno de los pocos sitios que vimos abiertos a esas horas y es que se nos había hecho bastante tarde. De esta forma damos por finalizado nuestro primer día en tierras japonesas. El viaje no ha hecho más que empezar y la verdad es que está cumpliendo todas las expectativas en él depositadas.
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