Decoración minimalista: cuando la sencillez y la elegancia invaden los hogares de nuestros superhéroes.
Por Joaquín Castro. Juez sustituto.
Son historias sencillas, pero fascinantes, las de superhéroes de acción; si uno lo piensa, son historias mitológicas, nuestra mitología: los superhéroes son el trasunto moderno de los ancestrales relatos mitológicos, de los cuentos de guerreros y de heroicas sagas familiares sin el trasfondo religioso que los griegos o romanos imprimían a sus héroes, pero con el mismo afán redentor de una nación, o incluso de la humanidad entera. Del mismo modo que los héroes de la antigüedad, los superhéroes actuales actúa de modo fatalista: a su pesar, deben llevar a cabo su misión. A veces aclamados, como Superman, a veces incomprendidos, como Silver Surfer.
Y por otro lado, ay, está la decoración minimalista. El DRAE define el minimalismo como “la corriente artística que utiliza elementos mínimos y básicos, como colores puros, formas geométricas simples, tejidos naturales, lenguaje sencillo, etc.” Los ambientes minimalistas, tratan de transmitir una sensación de calma y paz. Las líneas rectas, la ausencia de accesorios, y la tenue iluminación buscan alcanzar una idea de tranquilidad y calma a través de la ordenación del espacio y de la elección de mobiliario. Es un estilo despojado en su contenido, pero con afán de ser elegante e innovador en sus formas y acabados, opuesto a otro tipo de corrientes, aquellas que exaltan la rusticidad o defienden un ideal romántico o clásico de las formas decorativas. Frente a la acumulación, la reducción; frente al ornato, la función.
Pues bien: nuestro Clark, el chiquillo de Jonathan y Martha Kent (en su identidad real, Kal-El, nacido en el planeta Krypton, hijo de Jor-El y Lara Lor-Van), nuestro superhéroe por antonomasia, el hombre que lo puede materialmente TODO, nos ha salido minimalista. A Superman le gusta la decoración clara, uniforme, a base de enormes cristales, reminiscencia de su planeta de origen, Krypton. Vean, si no, su refugio, la Fortaleza de la Soledad.
En el número 241 de Action Comics (junio de 1958), los creadores de Superman presentaron la que llamaron “Fortaleza de la Soledad” (“Fortress of Solitude”, en la versión original), el cuartel general de nuestro héroe. Como todo hogar, ha sufrido diversos avatares a lo largo del tiempo y cambios de decoración: al principio se encontraba repleto de artefactos que ahora consideraríamos retrofuturistas, (tenía incluso un museo de cera; bueno, por tener tenía hasta puerta con cerradura y llave y todo, y eso que está en mitad del Polo Norte, no sé yo qué necesidad de cerrar con llave podría tener este hombre), pero desde finales de los setenta (a instancias, sobre todo, del dibujante –en este caso, decorador de interiores- John Byrne) la fortaleza ha ido avanzando hasta la sublimación actual, un castillo de grandes cristales, como los de la cueva de Naica, en México.
Por un lado, Superman ha mantenido su residencia en Metropolis, donde bajo la identidad de Clark Kent mantiene un apartamento, que como buen soltero lo tendrá hecho un cristo; pero el santuario de su intimidad, su lugar de expansión, donde Clark Kent es Kal-El, es un templo pagano de sencillez, rectitud, hasta de frialdad: no hay formas curvas, no hay espacios compartimentados, no hay gradaciones cromáticas, y ello conduce a una reflexión interesante: una civilización muchísimo más avanzada que la nuestra como era la Kryptoniana (pues la fortaleza de la soledad es una reproducción a escala del planeta Krypton) tiende a la sublimación, a la sencillez de líneas y a la reducción a la esencia de los conceptos. En otras palabras: el futuro y el progreso son absolutamente minimalistas.
Eso, salvo que quedes a cenar con tu chica. Y si no, miren detenidamente la foto que adorna este artículo.
Porque Superman será todo lo superhéroe que uno quiera, y en lo más íntimo de su indestructible corazón será ultra-mega-super-requete-minimalista, pero el día que va e invita a Lois Lane a cenar, no se le ocurre otra cosa que poner un pedazo de florero en mitad de la sala. Y dos pirámides en el centro de la mesa, que yo creo que son para la sal y la pimienta.
Y, por favor, no pregunten por la comida, que seguro que están pensando lo mismo que yo, que se ha llevado volando a Lois al centro del Polo Norte para darle un poco de tortilla de patatas.
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