El protagonismo

 

Por Alberto Secades

 

©Luringa

¿Te gusta ser el protagonista?

 

Una pregunta, dos formas de entenderla. Voy a repetirla y voy a hacer énfasis en un momento determinado:

 

“Me gusta ser el protagonista”.

 

Normalmente, la mayoría de las personas muestran su desacuerdo ante esta afirmación. Suelen apreciar una connotación negativa: entienden que se les pregunta si quieren ser el centro de atención, si quieren eclipsar a los demás. Les parece que demostrar su acuerdo les convertiría en un ogro egocéntrico que sólo se presta atención a sí mismo, que desprecia a los demás y que quiere destacar a toda costa. Es, hoy en día, un valor claramente a la baja.

 

Por descontado, existen algunos excéntricos, gente llamativa, socorridos para entretener durante un rato a la concurrencia, pero —como los bufones de antaño o los mimos de hoy— tremendamente cansinos a largo plazo.

 

“No, por favor, lo que quiero es pasar desapercibido”.

 

Vamos a hacer otro énfasis diferente:

 

“Me gusta ser protagonista”.

 

©larskflem

Quien así entiende la pregunta, suele tener más fácil expresar su acuerdo con tal afirmación. Entienden que quieren participar activamente en el rumbo que llevan en su propia vida, que pueden tomar decisiones que determinen su situación personal y la de otros. Personas que consideran que quieren cambiar su mundo, su sociedad, desde el ámbito de influencia que cada uno pueda mostrar. Dar un paso para hacer que las cosas cambien, comprometerse con sus ideas, pensamientos o creencias. Reconocer que una experiencia es mucho más intensa, memorable y gratificante cuando uno ha formado parte de ella, cuando la ha protagonizado.

Uno de los principales males de la sociedad actual, absurdamente incubado hasta la médula, es la flojera (No solamente atrapa a los jóvenes, pero en ellos es especialmente activo). Consumidos por el pecado más peligroso de todos —la pereza— desarrollamos una serie de conductas: la apatía, la indefinición, el conformismo existencial. No destacar, mimetizarse con el entorno, pasar desapercibido. Rechazar el compromiso, eludir el protagonismo, la individualidad y la particularidad. Sólo queremos ir donde van todos.

 

Si todos renunciamos a protagonizar nuestras propias vidas, el escenario quedará vacío.

 

©Pedro Moura Pinheiro

O lo que es peor: otros ocuparán nuestro lugar y decidirán por nosotros. No renuncies a ser el protagonista de tu propia vida.

 

Más información:

http://www.comunsinsentido.com/

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