Cerca del Cielo III: Áticos
Por Juan Carlos Vicente.
El espacio que nos ofrece un ático es muy apreciado en jardinería debido a que admite casi las mismas opciones que un jardín en tierra. Al final, todo es una cuestión de metros cuadrados y buen gusto. También de horas de trabajo, no cometáis el error de tener un jardín en un ático, por muy cool que pueda resultar la idea, si no le vais a prestar la atención que requiere. Las plantas están vivas, y alrededor de ellas hay todo un micro-universo que late, respira y se mueve.
Todo lo que en el anterior artículo recomendamos, es aplicable a la hora de ajardinar un ático, aunque hay una cuestión que tenemos que considerar en especial. Si en verano, a nivel del suelo hay 40 grados, en un ático, la temperatura será superior: esto se traduce en que hay que tener especial cuidado con las especies elegidas y con el riego.
Especies que tengan hoja ancha, incluso aunque las tengamos en las condiciones lumínicas idóneas, posiblemente durante las horas centrales del día en pleno verano, muestren el follaje lacio, como si les faltase agua. Si comprobamos el estado de humedad de la tierra (basta con introducir los dedos en su interior unos tres centímetros, no hace falta un higrómetro) y vemos que está húmeda, nunca debemos regar. La planta ha entrado en un estado de reposo (demasiado calor-demasiada humedad-la transpiración se detiene), cuando la temperatura baje recuperará su aspecto habitual. También conviene observar posibles manchas en las hojas causadas por el sol, y diagnosticar si son quemaduras solares o algún tipo de hongo.
Desde mi punto de vista, y si las dimensiones de la terraza del ático lo permiten, lo ideal sería crear distintos ambientes: jardinera de obra perimetral, ensanchándola en algún lado para poder tener un pequeño huerto urbano, zona de descanso (suelo de Ipe o Composite, césped artificial, cuidado con el césped en las horas de calor, no olvidéis refrescarlo antes de tumbaros) y una zona en la que comer, mejor si es bajo una pérgola sencilla de madera (las de metal son igual de efectivas, pero personalmente me resultan más frías y suelen ser menos estables cuando hay vientos fuertes) que disponga de toldos laterales y en la parte superior.
Si nos decantamos por jardineras individuales, la idea puede ser similar, teniendo en cuenta que podemos utilizar las jardineras y macetas para delimitar las distintas zonas o ambientes. Si nos gustan las plantas en general y vamos a dedicar tiempo a nuestro jardín, puede ser interesante comprar unas mesas de cultivo para plantar hortalizas (olvidaros de patatas o bulbosas que requieran de mucha profundidad en tierra, ya que las mesas de cultivo suelen tener unos treinta centímetros de profundidad).
El espacio del ático nos permite usar árboles de porte pequeño, preferiblemente compactos y de porte arbustivo; en su defecto, y si queremos incluir algún ejemplar en copa, especies como la photinia, magnolio grandiflora, ligustrum delavayanum o acebos (tanto el verde como el variegado) pueden ser las elecciones adecuadas debido a su crecimiento medio-lento, aunque para mantener el porte nos toque ejercer de artistas topiarios cada dos meses. Otra opción, y si no existe una alergia que nos lo impida, es la utilización coníferas tipo tuya, cupressus o tejos. Son elegantes, resistentes al clima y a las plagas de insectos, además de tener un sistema radicular poco abierto, lo que las hace ideales para ser plantadas en macetas o jardineras.
El riego automático sería un simple sistema compuesto por salida de agua doble para programador y manguera, programador de grifo, tubería lisa de diámetro 16 mm o 12 mm (mejor la de 16, aporta más caudal por lo que posiblemente reduzcamos el tiempo de riego) para cubrir las zonas que no tengan plantas y el aporte de agua lo realizaremos preferiblemente con micro-tubería y latiguillos con estacas de goteros auto-compensantes. No usaremos tubería de goteo integrado ya que para macetas y jardineras son más eficaces los anteriores, además de ser regulables, algo muy interesante cuando tenemos especies de diferentes necesidades hídricas. Si tuviésemos suelo de tipo flotante, los tramos de tubería lisa podrían ser ocultos bajo él; en caso contrario, realizar el recorrido con la tubería grapada a la pared por la zona más baja del muro (bastan unos tacos-bridas para ello) es la mejor opción.
Ya solo nos queda disfrutar de nuestro jardín y, de vez en cuando, dedicarnos a la observación del estado general y particular de las plantas, solo así descubriremos las necesidades de las mismas.
En el próximo artículo hablaremos de xerojardinería y de la importancia de la misma en países como España, en el que, según las zonas, la calidad del agua y su disponibilidad deben anteponerse a nuestro deseo de tener un jardín con una pradera de césped clásico. También hablaremos de las distintas opciones a ello.