Guadalajara : la perla tapatía
Por Lydia Gil
“Los lugares se llevan, los lugares están en uno.”
Jorge Luis Borges
Hay quien dice que las sensaciones son los recuerdos del alma… Un aroma, un sabor o un sonido impregnados en nuestros sentidos pueden trasladarnos en cuestión de segundos al lugar añorado, a la tierra amada, al país admirado… Cierro los ojos y un lugar inunda mi mente, Guadalajara, la hermosa perla tapatía, con su mariachi y su charrería, con sus campos de agave y su tequila, con sus charros y su gente de talante amable y hospitalario, con su aire provinciano, pese a estar habitada por más de 7 millones de personas!! Y de repente me siento en Guadalajara, imagino que recorro las calles de su centro histórico, con ese estilo colonial tan representativo, con el arte impregnando sus calles y placitas pintorescas.
Mi primera escala es la Catedral (1561), corazón del centro histórico, característica por la mezcla de estilos arquitectónicos (gótico, barroco, morisco y neoclásico) en su fachada y por sus imponentes torres de 65 metros de altura, auténticos símbolos de la ciudad. Me resulta inevitable pensar en el Maestro José Clemente Orozco y sus imponentes murales («Lucha Social», «El Circo Político» y «Las Fuerzas Tenebrosas») que se conservan en el Palacio de Gobierno (s. XVII), actual sede del Gobierno del Estado de Jalisco. La visita a este edificio, de estilo barroco, no es más que una primera aproximación a la obra del más grande muralista jalisciense.
Mi pensamiento se dirige ahora hacia al Teatro Degollado (1856), siendo su pórtico con 16 columnas corintias y su relieve de mármol de estilo italiano, lo que llama sobremanera la atención. Este emblemático edificio es la sede de uno de los festivales culturales más importantes de la ciudad, el «Encuentro Internacional del Mariachi y la Charrería«, que se lleva a cabo cada año y en el que se reúnen exponentes del mariachi de todo el mundo.
A sus espaldas recuerdo el Friso de los Fundadores, una escultura que representala Fundación de la ciudad. Consiste en un telón mural de 3 metros de altura por 21 metros de largo, realizado en altos relieves forjados en bronce que representan los personajes fundadores de Guadalajara.
Me adentro en la Plaza tapatía (1982), diseñada con el objetivo de disfrutar de relajados paseos en pleno centro. Sus 70.000 m2 permiten tomar el verdadero pulso de Guadalajara ya que encontraremos parte de su esencia: tiendas, restaurantes, bares, un sinfín de artistas callejeros e infinidad de vendedores y puestos ambulantes, entre los que destacan los puestos para comer entre comidas o para disfrutar de bebidas típicas como el tejuino, el manjar de los Dioses huicholes, hecho a base de maíz y dulce de caña.
Llego al Instituto Cultural Cabañas (1805), Patrimonio Cultural de la Humanidad (1997), bellísimo edificio de estilo neoclásico de 23.447,90 m² en el que destacan sus 23 patios, 106 cuartos, 72 pasillos, 2 capillas, y una sala de cine (dedicada a Guillermo del Toro). La simetría y la belleza de sus líneas son eclipsadas por la historia y el arte que conserva entre sus muros, siendo especialmente importantes las obras del muralista mexicano, José Clemente Orozco, quien en la antigua Capilla plasmó 53 murales (1937), inspirados en el choque cultural entre la cultura indígena y española, la conquista y la época colonial mexicana, siendo su obra principal «El Hombre en Llamas«.
Y por último, a un costado, ubico el Mercado de San Juan de Dios (1958) que cuenta con más de 3.000 puestos distribuidos en 3 plantas, repletos de dulces típicos (dulces de tamarindo, buñuelos, cocadas…), artesanías mexicanas, souvenirs, antojitos y un sinfín de artículos de importación. En este lugar, es donde sin duda alguna, podemos poner a prueba nuestras dotes comerciantes para conseguir el mejor precio a través de la técnica del regateo.
Pero, no puedo irme de Guadalajara sin antes deleitarme con dos de sus platillos más tradicionales: las tortas ahogadas (bocadillos hechos con un pan llamado «birote salado», que se rellena de carnitas, frijoles untados en el interior del pan, para luego sumergirlo en una salsita picante hecha a base de chile de árbol) y la birria (carne de chivo preparada en una salsa característica por la gran cantidad de especias y chiles cocinados al horno); de probar la bebida mexicana más internacional, el tequila; de asistir al más importante evento cultural de Hispanoamérica, en el que la industria del libro convierte a Guadalajara en su corazón y la llena de música, arte, cine y teatro, la Feria internacional del libro (FIL), de ver la actuación de un grupo folklórico; o sin duda alguna de disfrutar en vivo y en directo de la actuación del Mariachi, el símbolo de la cultura mexicana que en 2011 fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Aunque lo cierto es que muchas veces no es necesario desplazarnos para conocer más de cerca una cultura, así que me gustaría invitarte a conocer el proyecto del cual formo parte: Viva México.
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