TRANSILVANIA – LA RUTA DEL VAMPIRO
Por Melania Santamaría.
“Bienvenido a mi morada. Entre libremente, por su propia voluntad, y deje parte de la felicidad que trae”.
Y eso dicho por el mísmisimo Drácula.
El rey de los vampiros es una recreación literaria hecha por Bram Stoker de una figura histórica real, el príncipe Vlad Draculea, más conocido como Vlad Tepes o Vlad el empalador, que reinó en Valaquia entre 1456 y 1462.
El que actualmente es considerado un héroe nacional en Rumanía y un campeón de la cristiandad por su resistencia contra la expansión otomana, tenía su parte oscura. Fue un libertador, sí, pero a costa de masacrar a pueblos enteros y atemorizar a sus enemigos con la práctica del empalamiento.
Toda su vida se encuentra rodeada de un halo de misterio y crueldad, y hasta su supuesta muerte está envuelta en las sombras: nadie pudo confirmala, ni se conoce con certeza dónde reposa su cuerpo.
El mito ha despertado la imaginación generación tras generación. Ahora, gracias a la industria turística, ustedes pueden convertirse por unos días en Jonathan Harker, el agente de la propiepad que viaja a tierras transilvanas para firmar un contrato con Drácula en la inmortal novela de Bram Stoker. Si disfrutan de este mito, también lo harán de este diario.
Diario
Día 1 – Sighisoara
Lugar de nacimiento de Vlad Tepes. Una pintoresca ciudad transilvana declarada parimonio de la humanidad que conserva todavía su trazado medieval. Cerca del edificio más singular de la población, la Torre del Reloj (S. XIV) se ubica la casa donde nació Vlad Tepes, reconvertida ahora en taberna. Unos frescos que se conservan en una de las salas nos muestran un supuesto retrato del que ahí nació.
Día 2 – Bistrita
Si fueramos Jonathan Harker haríamos noche en Bistrita, en el Hotel “La corona de Oro”. Podríamos hacerlo, ya que ese hotel que encontramos en la novela de Stoker efectivamente existe gracias a la insistencia de los fans para su construcción. Imaginando que cojemos un carruaje nos dirigimos al espectacular Desfiladero del Borgo, de vistas maravillosas, donde Stoker sitúa el Castillo del infame Conde. En 1977 se construyó en “Hotel Castle Dracula” para no decepcionar a los turistas. El castillo nos recibe con un escudo con alas de murcielago, murales y vidrieras escalofriantes, un cementerio privado y la cripta con el esperado ataud. Mientras estemos alojados en una de sus 62 habitaciones, seguramente nos sorprendan con algo terrorífico, y se organizan cenas oscuras y bailes de mascaras, todo esto acompañado con la bebida que sirven el el restaurante del hotel : un Vodka de color rojo llamado, como no, “Dracula”.
Día 3 – Tirgoviste
Antigua capital de Valaquia, donde encontramos las ruinas de la corte de Vlad Tepes. Desde la Torre del Ocaso, el príncipe Vlad se deleitaba mirando como se empalaba a sus súbditos. La historia cuenta que una de sus aficiones era organizar banquetes rodeado de cadaveres ensartados.
Día 4 – Bran
En esta cuidad de Transilvania y en plenos Cárpatos es donde encontramos el verdadero Castillo de Vlad Draculea. No fue construido por él, pero si se alojó allí una temporada. En contra de lo que podemos inaginar, no es un castillo siniestro, ya que esta rodeado de bosques y casitas de madera.
Día 5 – Si nos atrevemos a enfrentarnos a la “no muerte” de Drácula….
Podemos visitar el monasterio de Snagov, a 40 Kmts de Bucarest. Situado en una isla en medio de un lago. Dicen que Vlad Tepes usó la iglesia cómo cámara de tortura. Pero lo intrigante es que en 1931 allí se encontró una tumba donde yacía un cadáver sin cabeza. En su dedo, un anillo de la Orden del Dragón, a la que pertenecía su familia. ¿ Se trata del cuerpo de Vlad Tepes ? Esperemos que sí…
Las habladurías y trucos para atraer a los turistas no nos tienen que hacer menospreciar este viaje. De lo contrario, no conoceríamos una bellísima región que se caracteriza por la espectacularidad de sus paisajes naturales, aunque no está de más ser previsor y llevar una cabeza de ajo en el bolsillo…
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