POR LA BOCA VIVIÓ EL TANGO

 Por Martina Bemberg

 

Mientras desde el viejo continente intento aliviar el frío con mate amargo, en Buenos Aires, el calor estival se hace ardentía a base de tangos. “El verano en la Ciudad” organizado por el Ministerio de Cultura porteño ofreció dentro del ciclo Milongas en la Boca, justo frente al Caminito, un concierto de la gran diva del tango, Amelita Baltar. Una audición que fue televisada en directo por la CN5 para todo el país quedando para siempre en algún patio del arrabal de la memoria del tango. Por “La Boca” vivió el tango haciendo historia.

Amelita Baltar ©Belén Ruiz ( Buenos Aires )

 Amelita parece quitarse un año por cada tango que entona, las emotivas letras de sus canciones revuelven los corazones con su apasionada interpretación. Si la mano de Dios baraja los naipes ¡Qué buenas cartas le repartieron a Amelita! Una original y apasionada voz invadida por el temperamento dramático del tango y una extraordinaria banda como escalera real, Aldo Saralegui al piano, Sebastian Barbui, bajo y guitarra y Demian González en batería y percusión. La indiscutible diva contaba también con un as en la manga, el bandoneón de Ariel Hernández  que hizo las delicias del público. Hablando de naipes, por si el reparto fuera poco se sumaron más figuras del mismo palo, como Estanislao López, Martín Robbio y la voz de Juan Martín Bustos para la sección folklore.

 En la audición Amelita Baltar adelantó material de su próximo disco, como el tema “ Viaje sin luna” de Sebastian Barbui con letra de la cantante, un tema en el que Hernández estuvo especialmente abducido por su bandoneón. Dicen que este hombre y su fuelle ya son uno. El público ovacionó el tema y quedó expectante en espera del nuevo disco de Amelita una prometedora selección que tiene como invitados a Luis Salinas, Fito Paez, Fernando Ruiz Díaz, Pedro Aznar, Leopoldo Federico, Raúl Carnota y al recién desaparecido Luis Alberto Spinetta que aún mantiene a Argentina de luto.

 

Triste bandoneón

Ariel Hernández ©Belén Ruiz ( Buenos Aires )

Ariel Hernández y su inseparable bandoneón emprendieron su aventura en Europa hace más de veinte años. En esta ocasión ha sido convocado por Amelita Baltar para tocar con su grupo, hemos preguntado a Hernández sobre su vuelta a Argentina.

¿ Cómo ha sido tocar de vuelta en tu país junto al riachuelo?

Imagínate, después de tantos años fuera volver a tocar en Buenos Aires con mis amigos y con Amelita Baltar con la que estuve tocando en Europa…ha sido muy emocionante entrar aquí en su banda. Además el marco era inmejorable para el reencuentro con los músicos y el público argentino.

Háblanos de la banda que acompaña a Amelita.

Son la sangre nueva de la música argentina, es una gozada tocar con ellos estoy seguro que vamos a hacer grandes cosas, proyectos que ya están en camino.

  Nos gustaría hablar más con Ariel pero es conferencia y se corta. Puedo deciros que a orillas del mar dulce ya se bailaba tango cuando el tango no existía como tal. Ha evolucionado mucho el tango desde entonces y sobre todo desde Astor Piazzola, que desde el estudio y el sentimiento tanguero (sic) comenzó su particular batalla por renovarlo llevándolo hasta los límites de la experimentación y evitando que se estancara dando paso a un tango nuevo más acorde con sus tiempo.

 Así es el tango, el de ayer y de hoy, homenajea a muchos a través de su letra pero para perpetuar hay que renovar. El tango es un homenaje a tangos pasados, somos lo que fuimos pero somos hoy. Siguiendo la estela de Piazzola el tango sigue vivo gracias a artistas como Amelita Baltar y Ariel Hernández, hoy símbolo de vigencia y perpetuidad. Autores que realzan los colores del sonido con nuevas orquestaciones compartiendo con su público la herencia de sus viajes y experiencia. En las composiciones de Ariel Hernández cuando nace el tango se funde con los límites de la leyenda…y que mi barrio sea testigo de que cuento la verdad, porque la esencia del tango se lleva en la sangre corra el siglo que corra. Escribía Benedetti que la vida es también bandoneón, cuando Hernández toma entre sus manos esa “vida bandoneón” y le sugiere que llore o regocije, uno siente el tremendo decoro de ser tango y se deja cantar sin recordar que allá espera el estuche…Como al estuche vamos todos, que sea a ritmo de bandoneón. La vida es un tango, sentimiento, bronca y amor.

 

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