¡ No sin mi sombrero !

 

Por Cynthia Gómez

 

Desde la antigüedad de Egipto, y más adelante en la antigua Grecia, surgieron los antecedentes remotos de lo que ahora conocemos como sombrero. Sus formas y tamaños han evolucionado con el traspaso del tiempo, así como las necesidades asociadas a los diferentes tipos de tocados, aunque lo cierto es que ha venido a utilizarse durante generaciones, dando color en el vestuario de muchos en nuestros días.

En un principio, el uso del sombrero venía a relacionarse con las necesidades humanas más necesarias, como suele ocurrir con la aparición de nuevos productos y servicios. En concreto, su invención se relacionaba con el intento de protegerse de la lluvia o el sol. Sobre todo, sombreros blancos que poco tenían que ver con el sentido decorativo tan habitual en algunos casos hoy en día.

Una evolución donde también han ido cambiando los materiales con los que este complemento ha ido siendo fabricado. Los primeros, de lana y fieltro, fueron evolucionando, aún utilizándose hoy estos materiales por los grandes diseñadores, hasta llegar al terciopelo, o a los sombreros de adornos con tanta vida como las plumas o cordones.

Un recorrido que ha enriquecido las posibilidades, permitiendo situarnos en una amplia gama de formas, tipos y usos del sombrero. Así, utilizado por hombres y mujeres, jóvenes y mayores, se ha convertido para muchos en una prenda esencial de nuestro armario. Eso sí, con algunos cambios en cuanto a la entonces civilización egipcia o griega.

El sombrero ha pasado sobre todo de su estricta necesidad de usarse con frío o con calor, a hacerse uso de él como un mero adorno que da luz a nuestro rostro. Algo que las estrellas de cine o la gente del mundo de la música conoce, usándolos en muchos casos en la entrega de premios o ceremonias de alto postín, con el fin claro de pasar a las páginas de moda de revistas y periódicos. Como Lady Gaga, cuyos diseñadores parecen seguir intentando explotar las posibilidades que le pueden quedar aún al sombrero.

Las formas han dado lugar también a una interminable e intensa búsqueda de originalidad, sobrepasando lo convencional en algunos casos. Así, surgen sombreros que en ciertos casos logran resultados de asombroso impacto. Sobre todo en el mundo de las pasarelas, por parte de los expertos del diseño. Con flores, con plumas, con mezclas de colores, con exceso de extravagancia, ajustados a la cabeza de forma ladeada, combinando texturas y telas.

Lo cierto es que, ya sea para marcar un status social determinado, por protección, seducción o coquetería, el hombre y la mujer siguen haciendo uso de un complemento que tiene ya cientos de años de historia. Parece ya imposible extraer innovación de una prenda tan trastocada como el sombrero. Tal vez lo que nos queda ahora es atrevernos a usar sus manifestaciones más atrevidas y extravagantes en el día a día. Algo así como hacía la María Antonieta de Sofia Coppola.

 

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