En defensa de la comida taiwanesa
Por Cynthia Gómez
El restaurante taiwanés Petit Saigon, muy cerca del conocido Paseo de la Castellana, acogía este martes el Festival de Gastronomía Taiwanesa, en un encuentro íntimo y de enriquecido intercambio cultural. A las dos y media de la tarde, y ya con algo de retraso, el representante de Taiwán en España, Javier C. S. Hou, dejaba paso a una degustación, en torno a una mesa en la que se reunían senadores, diputados y gente de la prensa.
En un ambiente que trataba de adentrarnos dentro de la cultura taiwanesa, comenzaban a llegar los entrantes. Los huevos de tres colores, el Sanse Dan, llamaba la curiosidad de un aperitivo frío y que venía a unir en nuestra boca huevo de gallina, huevo centenario negro y huevo de pato salado. Junto con el estofado de sepia con salsa de soja, y el estofado de col china, que pareció no cautivar mucho a los asistentes, el pollo marinado en vino hacía también su competencia al Sanse Dan. Este plato, servido también en frío, y muy habitual en el país asiático, cautivaba de igual modo, dejando un ligero toque de vino en nuestro paladar.
Ya adentrándonos en los platos principales, la lubina al vapor, sustituida por el pez volador, dada la dificultad de la utilización en el plato, fue uno de los grandes éxitos. A este se unían otros platos con el marisco como protagonista, como los langostinos grandes al vapor con pasta de ajo o el arroz glutinoso con cangrejo. Fuera de estos, el estofado de costillas de cerdo y nabos venía a dejar un sabor dulce y aromático, gracias a una sopa preparada con gran dedicación a fuego lento. Ocho platos, entre los que el cerdo a la Dongpo, famoso plato originario de China continental con más de 900 años de antigüedad, se colocó en la lista de los mejores. Cerdo tierno, presentado en forma de cubo, y bañado con salsa de soja y licor.
Una faena culinaria rematada con unos postres que venían a aligerar la copiosa comida. La piña, escondida entre la corteza de los pequeños pastelillos de piña, los Fengli Su, sorprendían por su ternura. El té de Taiwán competía sin duda con el té con leche y bolitas de tapioca, el Zhenzhu Naicha. A esta famosa bebida taiwanesa, que combina té aromático con leche, se añadían las sorprendentes y esponjosas bolitas de tapioca, que llegan a nuestra boca como una sorpresa escondida en la copa. Así, de una u otra forma, la comida taiwanesa impacta y cautiva nuevos sentidos, gracias a su explosión de color y sabor.
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