Espaguetis con crema de pimiento y aceite de ajo (y consejos para cocer la pasta)
Por Nina Maguid
Ingredientes para dos personas
- 150 g de espaguetis
- 2 pimientos hermosos
- nata vegetal (o de la que se utilice)
- jugo Maggi
- 4 dientes grandes de ajo
- 4-5 cucharadas de aceite de oliva de sabor intenso
Preparación
- Limpiar los pimientos (este paso se puede hacer con antelación): partirlos en mitades y retirar las semillas y membranas blancas. Asarlos a la plancha por la parte exterior y ponerlos en una bolsa de plástico; cerrar la bolsa y dejar templar. Retirar los pimientos y quitarles la piel chamuscada con un cuchillo plano y liso, no bajo el agua del grifo. Cortar uno en trozos y el otro en tiras.
- Cocer la pasta: calentar 1,5 l de agua y esperar a que hierva. Añadir sal y echar los espaguetis. Remover con un tenedor largo para que no se peguen y dejar a fuego medio, sin tapar.
- Crema de pimiento: batir el pimiento cortado en trozos con un chorro de nata, sal, pimienta y unas gotas de jugo Maggi. Si queda demasiado espesa, aligerar con unas cucharadas del agua de cocción de la pasta. Calentar sin que hierva.
- Aceite de ajo: poner el aceite en un cazo pequeñito y echar los dientes de ajo cortados en cubitos con un cuchillo. Hervir a fuego bajo hasta que el ajo se encoja, sin que llegue a tostarse. Colar el aceite sobre una sartén y reservar el ajo.
- Rehogar las tiras del otro pimiento en el aceite de ajo.
- Escurrir la pasta al dente, mezclarla enseguida con la crema de pimiento, emplatar y rematar con las tiras de pimiento y los cubitos de ajo.
Regar con el aceite que haya quedado en la sartén y servir enseguida.
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– La espera: la pasta no debe cocinarse de más ni esperar después de cocida, hay que calcular el tiempo e ir probándola para sacarla exactamente en su punto.
– El agua: utilizar un litro de agua por cada 100 g de pasta. Si se trata de pasta larga, se puede añadir un chorrito de aceite al agua para que no se pegue, pero lo mejor es removerla hasta que quede suelta, sin ningún añadido.
– Echar la pasta en el agua: cuando el agua hierva con fuerza, echar la sal y la pasta. Remover hasta que el agua vuelva a hervir. Si es pasta larga, utilizar un tenedor largo para separarla bien.
– El hervor: dejar hervir con un borboteo medianamente intenso, nunca al mínimo.
– Cuándo escurrirla: retirarla siempre cuando esté al dente, es decir, tierna pero con un punto de resistencia en el interior. La pasta recocida tiene una consistencia desagradable, pierde la mejor parte de su sabor y es menos digestible.
– El tiempo de cocción: no fiarse ciegamente del tiempo de cocción indicado en el envase, empezar a probar la pasta desde un poco antes y retirarla cuando esté en su punto.
– ¿Se debe aclarar con agua? No, nunca, ni siquiera para hacerla en ensalada. En este último caso, una vez escurrida, ponerla en un recipiente bien frío, mezclarla con abundante aceite, esparcirla y dejar que se termine de enfriar en un sitio fresco.
– El salteado final (optativo y según el tipo de receta): para que absorba más sabor, preparar la salsa en una sartén amplia, escurrir la pasta ligeramente dura y terminar de cocerla en la salsa a fuego medio-alto, sacudiendo a menudo la sartén para que se impregne bien.
– La calidad de la pasta: la pasta italiana es muy recomendable porque está hecha con un trigo especial que mantiene mejor el punto de cocción. Para conseguir este efecto con la pasta hecha en casa, se puede reemplazar una parte de la harina por sémola de trigo duro y, en todos los casos, dejar orear la pasta de media a dos horas antes de cocerla.
Por Nina Maguid de Cocina con luz verde