Cerca del cielo: introducción
Por Juan Carlos Vicente.
En los primeros tiempos, el hombre comenzó a vivir en construcciones elevadas para protegerse de las bestias y de fuerzas naturales como las riadas e inundaciones. También para obtener una posición privilegiada desde la que poder defenderse del ataque de otros hombres. Más tarde fue una solución al aumento de la población, la edificación en vertical aseguraba un mayor aprovechamiento del espacio físico y mundo de posibilidades estéticas se abría para la arquitectura.
También hay quien cree, que el hombre, quizá aún mantiene cierto poso de ángel, y en su fe o deseo de imitar a Dios, no ha podido evitar que algunos edificios fueran concebidos como un acercamiento al cielo, un pequeño eslabón en la cadena del sueño de volar.
Todo eso nos ha llevado ha convertir un espacio antes no utilizado en nuestra casa, llevando a ella nuestra vida y la belleza que antes nos rodeaba a ras del suelo.
A lo largo de dos artículos, divididos en Terrazas y Áticos, hablaré de los parámetros a tener en cuenta en ese traslado de la belleza (vegetal, en este caso) del suelo al cielo. La razón por la que he optado por diferenciar entre terrazas y áticos tiene que ver con la exposición lumínica y climatológica, ambas básicas a la hora de ajardinar cualquiera de ambos espacios.
También veremos muchos de los errores clásicos que no se consideran al diseñar un jardín en estos espacios, muchos de ellos cometidos no solo por los propietarios, los cuales son neófitos en estas lindes y por lo tanto excusables, si no también por profesionales del gremio que únicamente diseñan un jardín en tiempo presente, cuando lo adecuado es el diseño en tiempo futuro, considerando el crecimiento de las especies y la climatología (sobre todo el cambio de estación; es decir, cuando se selecciona una especie hay que considerar si meses después estará en un entorno idóneo) por encima de los gustos personales y estampa estética. No olvidemos que las plantas están vivas, con todo lo que ello conlleva.
Hay que tener muy en cuenta la funcionalidad y propia disposición respecto al jardín, independientemente de que confiemos en un profesional o que seamos nosotros mismos los que nos ocupemos de su mantenimiento. En el primer caso nos supondrá un gasto económico y, en el segundo, un sacrificio de nuestro tiempo libre. Hay que estar dispuesto a cualquiera de las dos opciones, y, finalmente, disfrutar de nuestro jardín.
En el siguiente artículo comenzaremos la búsqueda de ese trocito de cielo en nuestra terraza, un cielo «En verde».