Cartografía Humana: Filipinas
Por Vicente Corona
Regreso de documentar el trabajo de una ONG en Filipinas. 3 millones de euros dedicados al fomento, explicación, integración y desarrollo de Cooperativas agrícolas en un país que condena, persigue y boicotea todo tipo de cooperativas que afecten al monopolio de San Miguel Corporation. Ya tienen la respuesta de a dónde ha ido el dinero.
De camino a Manila paso haciendo escala por Qatar y espero 6 horas en el aeropuerto de Doha. Aquí no se consume alcohol pero sí que se vende. Dependiendo de donde se viaje los encargados del Duty Free te dejan pagar y embolsar o no. La ley.
Seis horas dan para mucho en Doha. Veo mujeres con velos, a veces permiten ver sus rostros, otras veces sólo los ojos anuncian vida. Zapatos de lujo, joyas y cámaras de fotos forman parte de su vestimenta. Es una combinación que despierta el deseo más aún que si vistieran a la manera occidental. Sheikh o hombres que parecen ser las acompañan, todos tienen cámaras. Se fotografían, las fotografían, se fotografían entre ellas y uno atisba sonrisas entre sus ojos de desierto pasión.
Un funcionario se acerca y me dice que no puedo fotografiar. Llevo una cámara colgando, una cámara grande. Le digo que no estoy fotografiando, que tengo la tapa puesta sobre la lente y que la cámara está apagada. El funcionario comprueba lo que digo. Sospecho que piensa que tengo la lente de Superman y que estoy fotografiando a través del plástico y obviamente a través de los velos de las damas.
Le indico que hay gente haciendo fotos. Me mira y me dice que ellos son familias y por eso pueden fotografiar. Yo no puedo. Sonrío y guardo la cámara en la mochila. Reculo y reculo en mi afán de fotografiar algo. Me siento fuera del alcance de estos oficiales pro defensa de la familia y gestores de contenido y saco la cámara digital, la pequeña, la que no se ve. Disparo y capto lo que cámara desea captar. El tiempo se ha grabado en el sensor y un cúmulo de circunstancias se sellan.
Ida y vuelta. Saltamos a Filipinas o la ciudad del Eco Heat. Me interesa la gente común, las que son masa sonriente. Ya he visto un centro comercial de lujo con una carrito de bebé que paseaba un caniche vestido de Burberris. Lindo. ahora quiero lo otro.
Un paseo con paraguas rosa , el mejor protector contra los rayos ultravioletas. Aquí los ricos quieren ser blancos y los morochos son personas que no quieren ser nada, solo ser. Paso a otra imagen. Terapia colectiva y ahorro energético. Esto si que es social media. Saludos, sonrisas y la incomodidad del manillar que se refleja en el rostro . Aquí la gente sonríe, y sonríe de verdad. Inglés, tagalo y alguna que otra palabra española. La prisa no existe.
Un niño cuenta con su mirada que en la vida uno puede ser feliz sin tener ni pretender. Con sus dedos de papel sostiene la gloria que mueve el mundo Junto a él, en la siguiente foto, aparece un amigo de circunstancias. Mirada febril de juego recreativo, esta es la versión filipina de los alienados por los videojuegos .
Dios y la Evangelización. Jesús ha venido a consolarte. El poder de la iglesia Católica en Filipinas es abrumador. No hay control de natalidad, la iglesia Filipina es narcisista, clasista y esclavista. Jesús no ha venido a consolarlos porque lo cierto es que no tienen remedio . Por aquí también vienen religiones, o extensiones de otras religiones a hacer labor humanitaria, a ayudar a los necesitados. Los últimos que pude ver eran unos americanos que cambiaban camiones de agua potable por evangelización.
Hermosura de ojos de ira taimados con la elegancia de la piel seda. Retrato de un gavillador que pasa horas y horas meneando la gavilla. Construir una vida mejor. De nuevo sonríe. En el otro lado de Filipinas una niña púbera muestra su coquetería escondiendo en su cabello la falta de un ojo. Me habla del volcán y de cómo arrasó todo el parque y todas las casas.
Efectivamente tiene encanto y glamour .
Salgo del volcán y me encuentro con zoco mecánico e interactivo. Aquí no hay nada virtual, Filipinas es el social graph del que tanto habla Mark Zuckerberg pero de carne y hueso. Es mucho más entretenido y enriquecedor que la conectividad libre de bacterias que es la red social.
Jeepneys, transporte público que transporta pies vestidos de coco y bambú. Hojalata, carritos, colores psicodélicos y humanidad. El espacio hiumano entre los filipinos es muy cercano, se siente el aliento. El de Europa es más lejano y el de Norteamerica es un puente comparado con el filipino. Vacunas para todos: no hay.
Y paisajes de cocos y arroces, la senectud paseando de la mano de la pobreza protegidos de las inclemencias del sol, juegos del majong entre gánsters rurales y un rayo de sol rompiendo el trópico verde de lava antigua que anuncia que ya es hora de marcharme.
VCrown
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