¿Realmente podemos hablar de un modelo de teatro durante el Renacimiento?
Por Carlos Revuelta Bravo. Arquitecto.
Me gustaría señalar en este escrito cómo los modelos o tipologías de muchas de las categorías de edificios (iglesia, palacio, villa, hospital, biblioteca, cárcel, etc.) se logran antes y durante el Alto Renacimiento, pero no la del teatro. Definir dichos modelos de edificios durante el Renacimiento está muy relacionado con la manera de pensamiento más extendida durante la época -que será llamada a ser fundamental en la historia del arte-, basada principalmente en las teorías de Arístoteles, y que defiende el concepto de evolución progresiva: la que tras experimentar numerosos cambios, logra encontrar su “forma natural” -ya plenamente desarrollada-, que cumple con todas las exigencias características. Es decir, estamos hablando de una idea de progreso, de evolución, hasta alcanzar el “tipo”.
En este periodo, que abarca fundamentalmente los siglos XV y XVI, los teatros primigenios al aire libre, anteriores a la aparición de los teatros de Sala, eran de dos tipos: por un lado el teatro público abierto, ciudadano y popular, cuyos límites físicos son indefinidos y cuyo marco es la ciudad (pasacalles y procesiones). Es el teatro callejero tan unido a la “comedia dell´arte”, nacido en Nápoles y que se perpetua por los siglos sin producir una tipología arquitectónica de espacio escénico singularizado. Por otro, el teatro abierto (localizado en los patios y jardines de los palacios), culto, antecesor del teatro cubierto. Con el tiempo, este espacio tan relacionado con el propio palacio pasa a tomar posesión de alguna sala del mismo, donde el príncipe es capaz de controlar y dominar esta nueva forma tan potente de expresión y comunicación de ideas, para posteriormente ubicarse en unos edificios especialmente diseñados para tal fin. Difícilmente puede ser una coincidencia el desarrollo del teatro de corte, del escenario ilusionista y la enorme escala que alcanzan los festivales principescos, sin la creación de los gobiernos absolutistas. Porque lo importante no es quizás la existencia de estos mecenas del arte, sino el nuevo complejo marco de relaciones entre artistas, clientes y protectores; y entre éstos y los valores y funciones que se atribuyen a las obras encargadas.
Existe un ejemplo de teatro renacentista que resume en sí mismo la evolución que van a sufrir estas salas hasta alcanzar un tipo de local de carácter permanente y de uso exclusivo para representaciones: el Teatro Mediceo. Florencia y los Médicis ejercerán una gran influencia en el desarrollo teatral de esta época. El primer teatro de los Médicis se localiza en el jardín del palacio familiar y se levanta en 1533 para celebrar la visita de Margarita de Austria para conocer a su futuro marido Alejandro, con el que se casará ese mismo año. Será seis años más tarde cuando se levantará un teatro dentro del patio del palacio para celebrar la boda de Cosme I con Eleonor de Toledo (hija del virrey de Nápoles). El espacio adopta la forma típica del teatro de corte, donde las “mujeres se sitúan en las gradas dispuestas a lo largo de las alas mayores mientras que los hombres lo hacen en banquetas en el centro del patio y el príncipe junto a su corte lo contemplan desde un dosel colocado en la logia del fondo; el palco con la escena se levanta en el lado opuesto”. Un año después, Vasari diseña con la ayuda del propio Cosme, en una sala trapezoidal contigua al palacio, un nuevo teatro. Para ello parten de regularizar el espacio y decorarlo con una exaltación de la persona del comitente. En 1565 Vasari transformó dicha sala en un teatro al “estilo antico”, con gradas para los espectadores, un palco ducal, un arco de proescenio en forma de arco de triunfo y un telón que se bajaba (como en la Roma Imperial). Esta sala o Salón de los Quinientos será un caso peculiar: “el Teatro Mediceo cada vez que se utilizaba era enteramente decorado e instalado de nuevo, aunque probablemente los asientos y la maquinaria se conservaran almacenados.” Dos años después de la muerte de Cosme y Vasari (1576), el Gran Duque Francisco I decide encargar a Bernardo Buontalenti, que había colaborado con Vasari, la construcción de un teatro permanente. Inaugurado con la representación de “L´Amico Fido”, de Giovani de Bardi, es una sala rectangular de 55X 20 m. y una altura de dos pisos. La “cavea” adopta la forma de herradura con una grada de seis escalones, y en el centro, un palco para la familia ducal. El suelo de la sala (por primera vez) estaba colocado en ligera pendiente descendente hacia el escenario para permitir la mejor visión posible desde los asientos. Este teatro se construye con materiales baratos pero se reviste y decora de tal forma que parece una joya, un artefacto lujoso donde nada es lo que parece ser; en una operación donde el contenedor teatral adopta el espíritu del contenido: la propia obra representada. El espectáculo que allí se va a desarrollar va a ser capaz de superar las fantasías más exacerbadas: un lugar donde las personas vuelan, los ingenios mecánicos son capaces de imitar la naturaleza y donde se consigue, mediante el uso de plantas aromáticas, frutas y pájaros vivos -mezclando la realidad y su “representación”- crear la atmósfera de un jardín que se coloca frente a una vista de la ciudad de Florencia, en un uso de la perspectiva que potencia la fascinación por la ilusión creada. Estamos hablando ya de un elemento arquitectónico que se construye en una sala y que, mediante la decoración, en un proceso de desmaterialización del contenedor que lo aloja, adopta el modelo de un teatro al aire libre. El propio Buontalenti en 1589, bajo las indicaciones del nuevo Gran Duque Ferdinando I, renovó la decoración del teatro renunciando al lenguaje manierista de la anterior sala y creando un espacio más arquitectónico en forma de una arcada con columnas, nichos y estatuas. Es decir, pasa de ser una herramienta de ocio ha ser un arma política. El teatro funcionó intermitentemente hasta el siglo XVII, cuando la llegada del teatro a la italiana y el propio traslado de la corte al Palacio Pitti, hizo que se desmantelara. Su forma rectangular, con graderío en forma de herradura, con palco exento para el príncipe y escenario levantado en el lado opuesto, con un esquema de visión e ideación de los decorados monofocal (determinado por la posición del soberano y su familia) gracias al uso de una maquinaria escénica de cierta complejidad. Su construcción como sala permanente fue el predecesor de todos los teatros de corte asociados al palacio que se construyeron en las distintas cortes barrocas.
Si volvemos sobre la fecha en que fue construido este teatro permanente, podemos notar que pertenece a un momento donde el movimiento artístico en boga es el Manierismo, que dominará la escena artística hasta bien entrado el siglo XVII. No se justifica este retraso en alcanzar la tipología del edificio teatral sino es porque, a nivel popular, no se sentía la necesidad de un teatro de Sala para el desarrollo del tipo de espectáculo que se representaba en aquel tiempo; en cuanto al público culto, el proceso viene marcado por el desarrollo de dicha clase social y, sobre todo, por la necesidad que van encontrando los propios dirigentes de remarcar su condición y papel en la sociedad. Todo tiene más sentido si tenemos en cuenta que el Manierismo es un movimiento artístico que se caracteriza por ser un producto refinado y sofisticado, por ser un arte de corte donde lo lúdico y lo experimental encuentran lugar, donde se desarrollan nuevos temas como la arquitectura de jardines, la orfebrería y las fiestas cortesanas y se da un nuevo significado a conceptos ya sistematizados.