tierra de pinares, cañon río lobos, Soria

TERCERA JORNADA

Tras el desayuno, iniciamos la visita a Vinuesa de forma ya más turística.

La iglesia es magnífica y pequeña pero de tipo catedral, pues tiene tres naves con gruesas columnas y arcos apuntados construidos en el siglo XVII.

Un dato: Anoche, en la primera visita, vimos sentados en un bar dos turistas que parecían nórdicos y que se estaban tomando unas cervezas. Nada de particular hasta aquí, lo particular es que el turismo lo hacían en bicicleta. Esta misma mañana los hemos visto de nuevo en la puerta de la fonda donde, al parecer, habían dormido. En el subconsciente nos decimos adiós, pues vamos en direcciones opuestas.

Nuevamente en la ruta, adentrándonos en la Tierra de Pinares, pasamos Salduero y Molinos de Duero que fue uno de los pueblos de mayor importancia en la trashumancia y la arriería. De por aquí salieron los pinos que sirvieron de mástil a los buques de la Armadaespañola. Es pueblo tradicional de la zona.

Llegamos a Covaleda que pasamos sin detenernos, pues el incendio que la destruyó en 1923, eliminó sus vestigios arquitectónicos. Sin embargo, su entorno si que es verdaderamente digno de ver. Sus pinares se hacen más espectaculares en la pista forestal que lleva hasta los Picos de Urbión, aunque nosotros no nos atrevemos a aventurarnos por ella, dado el tipo de vehículo. Continuamos hasta Regumiel de la Sierra, pasando con una breve parada en Duruelo dela Sierra, que es el último pueblo de la Provincia de Soria.

Regumiel de la Sierra, ya en la Provincia de Burgos, como pueblo carece de interés, pero posee una iglesia parroquial rodeada de tumbas antropomorfas. Por estos lugares, este tipo de tumbas es abundantisimo, por lo que solo vamos a visitar estas y las deCuyacabras.


Aquí, en Regumiel, las tumbas tienen unas indicaciones donde se explica con detalle el origen y demás datos. Nos llama la atención el que haya unas que son llamadas olerdolanas. Caemos en la cuenta de que se llaman así porque las primeras de este tipo fueron descubiertas en Olérdola, justo al lado de Vilafranca del Penedés. Esta clase de tumbas, son las que tienen labrada la forma del cuerpo y la cabeza. Las otras son tipo ataúd.

Un poco mas arriba se encuentran las huellas de dinosaurio. Están rodeadas de una pequeña valla metálica, con el objeto de que no pasen las vacas que por allí pasturan sueltas, pero creo que más peligroso que esto, son los humanos que seguro harían mayores destrozos. Estas huellas superan los 160 millones de años. Casi nada.

Quintanar de la Sierra es pueblo ya más importante, y se aprecia en las varias serrerías que hay a lo largo de la carretera que la atraviesa. También tiene una iglesia rodeada de tumbas altomedivales, pero que no nos detenemos por ya tenerlas vistas, por lo que nos dirigimos hacia Cuyacabras.

Nos tenemos que desviar por una pista forestal que tiene algunos baches bastante profundos, pues los camiones que transportan la madera y su peso, en un terreno sólido pero ahora ablandado por las recientes y abundantes lluvias, los han hecho posibles.

Nos encontramos con un desvío en el que el indicador está tumbado en tierra. Se plantea la disyuntiva de elegir. Antes me apeo, leo el indicador y hago alguna deducción, que puede llegar a resultar errónea, al final opto por la intuición y decidimos tomar el camino de la derecha. ¡Hemos acertado!, Al final encontramos la ermita que sirve de referencia, y nos aventuramos por un bello paraje con pastos y vacas. Aquí seguimos igualmente la intuición, pues no hay indicadores.

Detrás de nosotros llega un coche con un matrimonio y un niño y seguimos el mismo camino. Al final hemos encontrado la Necrópolisde Cuyacabras que es la concentración de necrópolis y eremitorios más importante de la península.

Es impresionante por el emplazamiento y su magnitud. Tiene 166 tumbas, 13 nichos, todos ellos excavados en una extensa superficie rocosa, así como los restos de lo que pudo ser una ermita.

Su situación es en un amplio claro rodeado de un bosque tupido, en el que los pinos son su mayor exponente, pero en el que no faltan los robles, lo que le da un aspecto mágico.

Hemos entablado conversación con aquel matrimonio, que son gallegos. Hacemos algunos comentarios sobre estas tumbas, y también sobre su dimensión. La vista engaña y da la sensación de que los ocupantes eran bajos de estatura, pero a mí me consta que no, pues hice la prueba en Olérola y, en una que parecía pequeña, cabía yo perfectamente.

Regresamos por la pista forestal hasta alcanzar de nuevo la carretera camino ya de Neila, 17 kilómetros sin un solo pueblo, donde pretendemos subir a sus lagunas. Así que en Quintanar de la Sierra(curioso, todos los pueblos de aquí son: de la Sierra –faltaría mas-), tomamos el desvío hacia Neila.

El paisaje es maravilloso, siempre ascendiendo pues Neila está a1.200 metrosde altura, aunque tenemos primero que superar el Puerto del Collado de 1.400 metros.

Cuando llegamos al desvío de las lagunas, vemos se trata de una pista forestal con un indicador donde dice que hay un 20 Km, por lo que no nos atrevemos a pasar dado lo avanzado de la tarde. Lodejaremos para el siguiente día, ya que no hay mas remedio que regresar, pues en Neila se acaba la carretera.

Ya en Neila, nos situamos al final del pueblo, que atravesamos por una calle preciosa por sus balconadas y el particular empedrado del suelo. Muy arreglado y artístico.

Como queda algo de día nos damos una vuelta, y llegamos hasta la cueva donde nace el río Neila que, cuando entra en la Rioja, pasa a llamarse Najerilla.

En el nacimiento del río hemos entablado conversación con un matrimonio madrileño que se encuentran allí también de turismo. Hacemos una charrada bastante extensa y en la que sale a relucir el ascenso a las lagunas que pensamos hacer mañana. Nos dicen que ellos lo han intentado hoy y que han tenido que regresar por el hielo y nieve que había por las pistas forestales. En consecuencia, no tenemos mas remedio que reconsiderar y dejar de hacer esta visita, ya que ellos tuvieron problemas con un coche normal. Con nuestro vehículo sería todavía mas complicado.

Continuamos la visita a pie del pueblo y nos topamos con el ¿tonto? ¿loco?, del pueblo, que nos suelta una historia sobre que su mujer está en Nájera y no sé cuantas cosas mas, pero el resultado es que, al final, nos pide dinero. Una mujer, en un portal, nos hace señas de que no le hagamos caso y le dejemos. Nos vamos.

Ya situados en nuestro vehículo, prestos para afrontar la noche, veo unos chavales que están incordiando. Están tratando de desenroscar la antena de la radio. Les llamo la atención y se marchan. Mas tarde, ya oscurecido, sentimos un fuerte golpe. Nos han tirado una piedra y salgo. Veo que los chicos entran en el hostal que hay próximo. Mañana veremos los desperfectos y haré la reclamación.

A todas estas, al loco del pueblo, nos lo hemos topado varias veces. Está en constante ronda por el pueblo, incluso entrada ya la noche.


CUARTA JORNADA

Primera acción del día es comprobar los daños de la pedrada de ayer. Se nota un golpe justo al lado de la escalera de ascenso al techo, se ve que intentaban darle a la ventana posterior y erraron el golpe.

Me dirijo al hostal. Me dicen que allí no hay niños de las edades que yo digo. Les hago constar que es posible que no se encuentren allí, pero que mis ojos no engañan y que los vi entrar y NO salir. Me tengo que tragar lo que dicen. La mujer que me atiende, es una rústica simple que en su afán de demostrarmeque allí no hay niños, incluso me enseña una habitación para que viera que no había nadie, (¿?). Tengo que aceptarlo, no me queda otro remedio, pero le digo que no me haga pasar por tonto.

Por lo visto, el motivo de la agresión era simplemente por llevar matrícula de Barcelona. ¡Será posible!.

Continuamos nuestro camino un tanto cabreados, pero pronto nos pasa, viendo los hermosos paisajes y pinares que vamos dejando atrás, mientras descendemos camino de Salas de los Infantes.

En muchos trechos de ese camino, tenemos la impresión de estar dentro de la Selva Negra. Así son de altos, espesos y magníficos los pinares.

Otros catorce kilómetros sin un solo pueblo. Solo pinares. En Huerta de Arriba se acaba el descenso y la carretera discurre bastante llana, siguiendo el curso del río Urria.

Entre los dos pueblos de Huerta, el de Arriba y el de Abajo, en una pequeña recta, hay algo que me llama la atención. De inmediato paro el vehículo, tomo la cámara fotográfica, y le digo a Nieves que descienda rápido.

En sentido contrario viene un vehículo todoterreno que también se presta a detenerse, por lo visto ha visto lo mismo que yo. Cruzo la carretera y allí están: Una bandada de buitres leonados. Es impresionante. Deducimos que deben de estar dándose un banquete con algún animal muerto. La pena es que, ellos también nos han visto y, de inmediato remontan el vuelo. Lo hacen majestuosamente y el espectáculo que nos brindan con su vuelo es excepcional.

Continuamos nuestro camino. Pasamos Quintanilla de Urria, Barbadillo del Pez, Hoyuelos (de la Sierra) Arroyo de Salas, Castrovido y, por fin, Salas de los Infantes.

Una parada para hacer aprovisionamiento. Nos queda poco de la Provincia de Burgos que recorrer y en consecuencia, decidimos, después de asesorarnos sobre su conservación, comprar la morcilla de Burgos y un picadillo de chorizo. Este picadillo se vende como carne picada y que se fríe calentándolo solamente con un poco de agua, aunque el carnicero nos dice que si sustituimos el agua por aceite (poco), está más sabroso.

Hemos aparcado casi en el centro. Hemos perdido bastante tiempo con las compras pero hemos podido darnos una vuelta por el casco viejo.

Salas está junto al río Arlanza y es de origen muy remoto. Aun quedan resto de las construcciones romanas y árabes y una iglesia donde está enterrado el padre de los Siete Infantes de Lara, que son los que dieron el sobrenombre al pueblo. La iglesia está cerrada y no se puede visitar.

Salimos de Salas, por la N 234, dirección a Burgos, pasando por Barbadillo del Mercado, Cascajares de la Sierra hasta Hortigüela. Hemos tomado esta ruta, un poco mas larga, con el objeto de poder visitar el Monasterio de San Pedro de Arlanza, así que en Hortigüela tomamos un desvío, por una carretera pintoresca, dirección Covarrubias.

San Pedro de Arlanza, lo encontramos en una revuelta del camino, casi de improviso. Apenas se ve, ya que queda por debajo del nivel de la carretera y casi es una ruina. Aparcamos en un apartadero que han hecho y descendemos para la visita.

Pese a que hay un letrero con horario de visitas y nos encontramos dentro de ellas, no hay nadie que atienda en el habitáculo que han establecido, por lo que decidimos visitarlo por nuestra cuenta. Igual hace el resto de turistas que pretenden visitarlo y que muestran su descontento, pues hay que ir expresamente allí para visitarlo.

El paraje es muy bonito. El monasterio, o lo que queda de él, esta bien situado. Se encuentra al abrigo de los vientos castellanos y junto al río. Este monasterio benedictino, fue de los más importantes de Castilla. Lo hizo construir Gonzalo Fernández en el 912. Este Gonzalo Fernández era el padre de Fernán González. ¡Curioso!, el hijo se llamaba a la inversa del padre.

La desamortización de Mendizabal hizo que entrase en deterioro hasta su ruina actual que a mí me parece casi absoluta, ya que lo mejor del monasterio se lo llevaron: A Covarrubias o a colecciones privadas (llámese expolio).

Visto lo poco que hemos visto, partimos hacia Covarrubias, donde aparcamos en la Glorieta de Valcarcel, justo al lado mismo de la puerta de murallas donde, además, está la oficina de turismo.

Hacemos una visita completa. Todo el pueblo es pura arquitectura castellana, Plaza de Urraca o Mayor, Iglesia de Santo Tomás, que podemos visitar. Casa del Boticario que es una vieja mansión construida de entramado.

Seguimos por el resto de las murallas del siglo X, y torre de Fernán González y plaza del rey Chindasvinto, donde hay una estatua de la princesa Cristina de Noruega.

La visita a la iglesia de San Cosme y Damián, la realizamos con visitaguiada. Nos muestran la antigua colegiata, que es de tres naves y hay un panteón de las familias nobles de la villa: Tres infantas que, al tiempo, fueron abadesas. Fernán González y su mujer Dª Sancha.

El claustro es precioso y es donde se encuentra el sepulcro de la infanta Cristina de Noruega que fue la primera mujer del infante Felipe (ojo al dato: no sé que me recuerda lo de Cristina de Noruega y Felipe), que era el hijo de Fernando III el Santo.

Después visitamos el museo que posee piezas interesnatísimas: Pintura, ropas litúrgicas, orfebrería, etc. Una vez mas nos quedamos con ganas de ver todo ello con mas detalle, pero las salas las van cerrando con llave tal como vamos pasando de una a otra.

Seguimos por la plaza de Dª Sancha, con su casa, y regresamos hacia la plaza Mayor, donde buscamos un restaurante para comer.

Encontramos uno donde comimos y salimos a tope, tras embucharnos una magnífica olla podrida.

Terminada esta espléndida comida –que no resulto cara-, regresamos al vehículo para descansar unos momentos. Aprovecho para poner un poco de TV y, sintonizando canales, me encuentro con la sorpresa de localizar uno polaco o checo. No entiendo demasiado el porqué. Supongo que se debe a los misterios de la naturaleza y de la técnica.

Tras ese breve descanso partimos hacia Silos. La carretera, también pintoresca, tiene un trecho de dieciséis kilómetros hasta nuestro destino, pasando por el pueblo de Retuerta.

Ya en Santo Domingo de Silos, visitamos brevemente la ciudad, que es lo que necesitaba el convento de seglares para su servicio. Es un interesante núcleo urbano, en el que no podemos obviar la visita al museo de instrumentos de música. No muy extenso, pero interesante, ya que posee instrumentos de toda época y origen, algunos de ellos bastante raros.

Previamente hemos aparcado en un lugar abierto, justo a la entrada, casi a las puertas del monasterio. Parece seguro y, en principio, puede nos quedemos a pernoctar.

Hacemos un breve descanso hasta que llegue la hora de asistir a uno de los cantos gregorianos que no nos queremos perder, aunque antes hemos visitado lo que nos han dejado ver del monasterio.

En la visita, también guiada, nos han explicado su origen visigodo y su estilo románico considerado una joya mundial de este estilo. Hacemos una visita mas detallada por todo el claustro, haciendo referencia a sus interesantes y artísticos capiteles, con cuatro relieves relativos a la vida de Jesucristo que hay justo en cada ángulo.

El techo es un artesonado mudéjar con escenas de la vida medieval. Continuamos la visita a la botica y al laboratorio. Contemplamos una extensa colección de tarros de farmacia de Talavera y el instrumental del laboratorio.

Existe, además, una sala donde acostumbra a presentarse alguna colección artística temporal. Hoy hay una de Miró, que no nos perdemos, pero de la que, al final, no nos resulta demasiado interesante. La hemos visitado por aquello de ser barceloneses.

No nos dejan visitar nada del resto del monasterio.

A las siete se cantan las vísperas, así que nos aprestamos a regresar a la iglesia. Nos proveen del folleto con los cantos en latín y su traducción al castellano, y que tratamos de seguir. Todo bien pero el final fue que salimos bastante desencantados. Tal vez porque esperábamos mas de lo que realmente se ofrece.

En tal desencanto, regresamos a nuestra casa rodante con un cierto desánimo. Todavía queda luz del día y el lugar de aparcamiento se ha convertido también en algo poco agradable por el fuerte viento que está soplando. Como sea que la intención es visitar La Yecla, que se encuentra a dos escasos kilómetros de aquí, optamos por cambiar de aires, en este caso muy apropiado, y nos vamos en busca de algún pueblo o aldea que nos ofrezca mejor resguardo y también tranquilidad.

Tras un intento fallido, y dejando un poco atrás La Yecla, localizamos un pueblecito (aldea) llamado Hortezuelos donde, con seguridad, vamos a pasar una noche tranquila. Solo se oyen animales de granja. Aparcamos delante de una casa deshabitada y frente a una casa muy de pueblo que sí que esta habitada, lo que nos da tranquilidad.


QUINTA JORNADA


¡Que bien hemos dormido!. La noche fresquita. La mañana también. Desayuno y a desandar los escasos kilómetros que hemos hecho hasta el punto que deseamos visitar.

Previo a un túnel, encontramos una explanada donde aparcamos. Estamos solos y todavía hace algo de frío. Cruzamos la carretera y nos disponemos para la visita de La Yecla.

Justo a la entrada del túnel hay una barandilla y el inicio de una escalera que nos lleva al tajo. Descendemos un tramo y contemplamos aquella insólita estrechez, por la que discurre el río y por la que nos veremos obligados a pasar; le insinúo a Nieves la posibilidad de no seguir, pero ya estamos allí y no vamos a perdernos la ocasión. El nombre del río, tiene algo de premonitorio y así se lo digo a Nieves para que se cuide. Este río es el MATAVIEJAS.

El desfiladero, que va paralelo al túnel, tiene unos 300 metros. Es un profundo tajo, tan estrecho que apenas se puede caminar. Lo recorremos por la pasarela de cemento que han construido. Hay momentos de dificultad para pasarlos. El viento, frío y acanalado, se nos va introduciendo en el cuerpo. El lugar es precioso e impresionante, tan impresionante que yo temo cualquier accidente y la consecuencia de que, por leve que sea, resulte una complicación grave, ya que estamos Nieves y yo absolutamente solos. El agua se ve en la profundidad y, de tanto en tanto, encontramos alguna pequeña cascada que nos salpica. Entretanto, avanzamos entre el rumor y el bramido del agua en su discurrir por aquel paso tortuoso que, con los siglos, ha conseguido abrir el río, y que resulta en algún momento ensordecedor.

La verdad es que no tenemos vértigo, pero para personal con él o acompañados de niños pequeños, es un verdadero desafío y una tentación al peligro.

Ha existido, como digo, momentos de temor, mas que nada, y como decía, por estar tan solos en aquel lugar tan recóndito, pero hemos llegado a su final y el resultado, después de respirar profundamente es: Que ha valido la pena. Un bonito espectáculo.

Dejo a Nieves un poco antes de la salida del túnel, al abrigo del frío viento y me dirijo a la caravana por el interior del túnel (solo dos alternativas: volver por el tajo, o cruzar el túnel).

La carretera es de doble dirección y el túnel ocupa justo los dos carriles. Voy provisto de linterna y me adentro en él con el máximo de precauciones, pues aunque no hay tránsito, en cualquier momento puede aparecer un vehículo y darme el susto.

Lo cruzo sin novedad y, justo cuando acabo, empiezan a aparecer coches en ambos sentidos. Solo son tres o cuatro pero me siento mejor ahora que ya me encuentro fuera.

Vuelvo a cruzar el túnel, ya motorizado y recojo a Nieves. Ponemos un poco de calefacción para entonarnos. Nos vamos ya hacia el Parque Natural del Río Lobos.

La ruta discurre por Carazo hasta Hacinas donde retomamos la carretera Burgos-Soria. Pasamos La Gallega y Hontoria del Pinar, con lo que, nuevamente entramos en la provincia de Soria. Seguimos hasta San Leonardo de Yagüe donde solo hay los restos de su castillo, así que, sin detenernos, pasamos y nos desviamos por la carretera hasta Casarejos y allí, nuevo desvío dirección El Burgo de Osma.

Existe una depresión que es el Cañón de Río Lobos. Ahora nos encontramos en su parte superior. El descenso lo es por la llamada Cuesta de la Galiana, pero antes hacemos la parada obligada en el mirador que hay antes del descenso y que tiene el mismo nombre.

Desde este mirador, casi se ve todo el Parque Natural. Una atalaya inmejorable para contemplar todo su esplendor y, como no, el vuelo de los buitres leonados, planeando incansablemente.

Iniciamos el descenso. Una bajada de fuerte desnivel y curvas muy cerradas que nos sitúan a nivel de la entrada al Parque, que se encuentra en plena curva. Nos adentramos por la pista hasta el aparcamiento que se ha habilitado y que es el final permitido a los vehículos. El resto es a pie.

La longitud total del cañón es de 25 kilómetros, pero el recorrido que se hace a pie es solo de 11 kilómetros, así que si los hiciéramos, entre ida y vuelta serían 22, demasiado para nosotros. Por ello es que renunciamos a hacerlo en su totalidad y nos conformamos con llegar solo hasta la cueva Grande y ermita de San Bartolomé, total unos cinco kilómetros ida y vuelta. Suficiente.

El paraje es un profundo cañón de típico paisaje cárstico, de variadas y coloristas formaciones, donde se han originado un laberinto de cuevas a distintos niveles y algunas de ellas, nos dicen, se comunican por profundas simas.

La cueva que visitamos se llama la Gran Cueva y su entrada es de enormes proporciones. A medida que avanzamos se estrecha y llega un punto en el que hay que avanzar con dificultad. En esta cueva hay un indicador sobre la existencia de pinturas rupestres que nosotros no alcanzamos a ver, por mas que intentamos localizarlas.

Hacemos una visita entorno de la ermita de San Bartolomé. Esta ermita formó parte de un conjunto formado por el monasterio Templario de San Juan de Otero. Ascendemos a El Balconcillo, que es un mirador a través de unos orificios que se han producido en la misma roca caliza de que está compuesto todo el entorno.

Con cierta parsimonia y saboreando el paseo, regresamos hasta el aparcamiento, donde ya habíamos hecho la comida del medio día, por lo que solo nos queda volver a la ruta.

A la salida del Parque, en este caso es porque veníamos de dirección opuesta, por lo que deberíamos decir “a la entrada”, y un poco antes de Ucero, se encuentra el Centro de Interpretación de la Naturaleza.

El Centro de Interpretación está muy bien montado, se explica tanto la flora como la fauna y también la geología del cañón. La visita es muy didáctica y la hemos realizado pausadamente y con detalle, o sea, al ritmo marcado por Nieves, y en el que nos leemos hasta los letreros de WC. A la salida hay una piscifactoría para repoblación de los ríos y que se puede visitar también, aunque no lo hacemos. Ya hemos visto otras.

Tras esta parada intermedia, y rodando paralelo al río Ucero, tomamos rumbo al Burgo de Osma, que está no más de 10 kilómetros. Pasamos junto a los pueblecitos de Valdemaluque, Valdelubiel y Barcebalejo. Al Burgo llegamos con tiempo y luz suficiente como para hacer una visita. Previamente nos hemos dado una vuelta en busca de aparcamiento. Nos hemos introducido en el ensanche de la ciudad, que resulta ser mas bien una urbanización con casas unifamiliares que son casi mansiones. No nos parece el lugar adecuado para quedarse y continuamos, Encontramos un amplio aparcamiento, bien acondicionado, justo al lado de la carretera de La Rasa y que se llama de “La Dehesa”, y en el que ya se encuentran estacionados algunos autocaravan. Uno de ellos es de Barcelona y socio del Lleure, pero que en aquel momento no están.

El origen de esta ciudad, fue primero en Uxama, celtíbera y romana, después en el medievo fue Osma y ya mas adelante, con el avance del cristianismo, se convirtió en la eclesiástica villa episcopal de El Burgo de Osma. Lo curioso es que las tres ciudades siguen existiendo de forma independiente, tocando una casi con la otra, aunque Uxama se encuentra en una colina y las otras dos en el valle del río Ucero, separadas por éste.

La vuelta que giramos por la ciudad la hacemos con poca gente en las calles, y con todo el comercio cerrado, así que hemos disfrutado de la arquitectura de contenido histórico y monumental.

La visita la hacemos pasando por el Hospicio que no se puede visitar por ser la residencia de Minusválidos Psíquicos (antes, tontos). Lo curioso de este edificio es que tiene tantas ventanas como días del año, o sea, 365.

La plaza mayor, es de casas porticadas, donde se encuentra el antiguo Hospital de San Agustín, ahora centro cultural y donde hay una exposición que visitaremos mañana, dentro del horario que hay establecido, es de estilo barroco y data del 1700 y también, en esta plaza, se encuentra el Ayuntamiento.

Continuamos por la calle Mayor que tiene soportales en toda su longitud, con pilastras de madera y de piedra, aunque solamente en uno de sus lados. En esta calle se encuentra el Palacio Episcopal. El recorrido nos lleva hasta la Catedral y su plazoleta con casas porticadas que, en su día, pertenecieron a los canónigos. Esta plazoleta desemboca en una puerta muralla por la que dejamos la ciudad. Da la casualidad de que, traspasando la puerta y cruzando un puentecillo peatonal sobre el antiguo foso, nos encontramos justo delante de donde tenemos aparcado nuestro vehículo.

Cuando ya estamos preparando la cena, llaman a la puerta, son nuestros correligionarios del Lleure. Son de Vilanova i la Geltrú y quedamos en hacernos una visita después de cenar.

La velada la hemos hecho en su A.C.. Ellos van a Zamora, de donde es originaria la mujer y nos dicen que ellos hacen siempre esta parada intermedia, y que saldrán mañana temprano para hacer el resto de su ruta.

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